Calabazas en el trastero: Peste

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Reseña de la antología temática de la Biblioteca Fosca publicada por Saco de huesos

 

La revista Calabazas en el Trastero (ganadora del Ignotus en 2010) nos trae una nueva antología, esta vez dedicada a la temática “peste”. Trece fueron los relatos escogidos que forman esta antología que cuenta con un prólogo cortesía de Nocte realizado por Emilio Bueso, donde el autor reflexiona sobre la peste.

He de decir que los relatos seleccionados tocan el tema peste cada uno de ellos de un modo original y distinto y que, por tanto, conforman una antología digna de leer. Sin más, comencemos hablando de cada uno de ellos:

Schnabel, de Jesús Cañadas. He leído ya varios relatos de este autor y he de decir que es normal que haya sido seleccionado. En él, Jesús reflexiona sobre temas más trascendentales que sólo la peste como tema en sí. ¿Qué haces si una vez fuiste una especie de elegido y ahora ya no eres nadie? ¿Puede un objeto material convertirse en un objeto simbólico casi un don divino y desaparecer en un instante? Si quieres saber más sobre el relato, no dudes en leerlo. Aparte del tema, mencionar que Jesús desarrolla su historia con una magnífica prosa muy visual.

Tiempo subjetivo, de Manuel Mije. El autor utiliza la ci-fi para enmarcar su relato, algo que lo dota de originalidad. Además, los relatos ambientados en el espacio donde suceden hechos extraños me producen pavor, y esto es lo que ha sucedido con el relato de Manuel. Poco a poco nos va introduciendo en la situación de los personajes, preguntándonos qué ha sucedido pues ni siquiera los personajes pueden encontrar respuestas a ello. La tensión va agrandándose hasta llegar a un final climático en el que las preguntas quedan abiertas para que el lector piense y reflexione.

La manzana podrida, de Manuel Osuna. Otro relato que toca el tema de la peste en los tiempos históricos en los que se convirtió en una epidemia. El relato está narrado por un monje que oculta un oscuro secreto y, de ese modo, es una especie de confesión dirigida a los hermanos del claustro, pero también a los lectores, que desean saber de una vez por todas qué ha sucedido. No obstante, el autor no entra en moralizar sobre la conducta de unos y otros, sino que la tarea se la deja al lector, que tal vez sea el único que pueda personar el pecado del monje. Un relato con una prosa estupenda y muy bien desarrollado, con un final estremecedor.

Caballito, de Darío Vilas. Cada vez que leo algo sobre este autor me sorprendo más. Creo que utiliza una prosa que, aunque sencilla, es muy visual, y en ocasiones alcanza momentos líricos sorprendentes, aunque esto pueda parecer una contradicción. No obstante, si leéis el relato comprenderéis a lo que me refiero. Caballito sólo se centra en la vida de dos personas: una mujer y un niño, madre e hijo, que al parecer están tratando de sobrevivir, aunque no sabemos muy bien qué ha sucedido, pero de ese modo el lector debe plantearse una lectura por sí mismo. De nuevo, un relato que se cierra de un modo abierto y aterrador.

Peste S.A., de Ignacio Cid Hermoso. El autor aporta un poco de humor negro a la antología con este relato. En un mundo en el que ni los muertos vivientes están libres de la crisis o de problemas con el trabajo. Ignacio tiene una capacidad para recrear situaciones inauditas y esto podemos observarlo en este relato, donde crea unos personajes que en un principio serían para los lectores los malos pero que acaban convirtiéndose en los buenos. Ignacio nos presenta un relato en el que se puede mostrar la hipocresía de la sociedad desde un punto de vista satírico y distinto al que estamos acostumbrados.

El juego de la peste, de Elena Montagud. No analizaré este relato porque es mío, y creo que debe ser reseñado por los demás lectores.

Días de peste, José Hernampérez, de Santiago Eximeno. Un relato muy extraño, pero en su extrañeza es donde radica la originalidad y el talento de su autor. A diferencia del resto, Santiago nos trae un relato en el que se mezcla la prosa con el teatro. Me pareció muy curioso y lo cierto es que me divirtió bastante pero también me hizo reflexionar. El relato está contado por un hombre que trata de investigar a José Hernampérez, un “teatrero”, y al que casi nadie parece conocer. Lo busca porque su teatro era distinto al resto… Un teatro grotesco y patético. He de señalar la maestría con que Santiago ha escrito la parte teatral, con unas acotaciones perfectas.

El vino de Narbog, de Raelana Dsagan (Carmen del pino). La autora nos aporta un poco de fantasía en la antología. Raelana suele utilizar una prosa muy elaborada que deja constancia de esos elementos fantásticos y sobrenaturales. El relato se centra en un momento concreto: el parto de la protagonista, que no sabemos muy bien quién es pero el lector sospecha que hay algo en ella que la hace especial. Los sentimientos de la protagonista, sus dudas y temores, están muy bien retratados y la historia finaliza de un modo en el que cabe un atisbo de esperanza entre tanto dolor.

La protección de los árboles, de Charly Gang. Este relato me resulta difícil de comentar porque no sé si lo entendí bien del todo, por ello, y para no equivocarme, prefiero centrarme en sus aspectos estilísticos y no en su argumento, aunque sí está claro que su autor, mediante él, trata de crear sentimientos profundos en los lectores y despertar su conciencia. Es un relato corto pero con una prosa bastante elaborada y un final muy lírico.

Ring-a-ring-a-roses, de Silvia González García. A pesar de que la antología versa sobre la peste, también podemos encontrar motivos para la esperanza, y es en este relato donde lo atisbamos. La peste asola las ciudades, los niños se tienen que quedar encerrados en casa. No obstante, un día llega un teatrillo ambulante y los niños juguetean felices al son de una canción popular. Un relato al más puro estilo de las leyendas populares, con un mensaje moralizador precioso.

Todo empezó con aquella maldita lavadora, de Silvia Barbeito. La autora nos trae otro relato de humor pero que en su fondo esconde una verdad aterradora. El protagonista tiene una vida de mierda (con perdón), pero en un momento dado, se compra en la tienda de los chinos de la esquina un traje que cambia todo. Consigue cerrar un acuerdo en el trabajo, la chica por la que se moría la presta atención y su casa se presenta limpia y ordenada. No obstante, su novia comenzará a sentirse mal… Mientras la casa está más limpia, ella está más podrida… ¿Qué es lo que está sucediendo? Si te apetece descubrirlo, no dudes en leerlo.

Su voluntad, su gloria, de Ricardo Montesinos. Un relato también muy bien escrito ambientado en épocas pasadas. Un sacerdote llega a un pueblo en el que tratan de esconderse de la peste que está arrasando con todo. Me ha parecido bastante buena la actitud y reacción del personaje, no obstante, se hace un poco brusca, aunque Ricardo consigue al final demostrar a lo que puede llegar el fanatismo.

Demeter, de Juan Ángel Laguna Edroso. Y como tenía que ser, la antología cierra el cupo de los relatos con otro muy bueno. Ahora, ambientado en un barco en el mar, un barco que esconde un oscuro secreto, al igual que sus personajes. Juan Ángel crea con su prosa una atmósfera inquietante y asfixiante, hasta llegar a un final impactante, para hacer reflexionar al lector si se puede acabar de una vez por todas con las plagas, o no.

Y para acabarlo de rematar, la antología se cierra con una especie de epílogo de la mano de David Jasso, titulado Los bichos raros también sueñan, en el que se dirige directamente al lector que ha comprado o adquirido el libro y ha leído sus páginas. Siempre que leo a David me lo paso pipa, pues tiene una forma de contar las cosas casi como una anécdota que las hace divertidas pero a la vez, contienen una moraleja.

 

Elena Montagud

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Muchas gracias por la reseña y por la parte que me toca.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Nocte - Asociación Española de Escritores de Terror

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