Chamán

Reseña de la novela de Noah Gordon publicada por Roca Editorial

Chamán es, en cierto modo, una continuación informal de El médico, la novela que —al menos es la impresión que tengo— más fama ha dado a Noah Gordon. Y digo informal porque nos encontramos con un salto temporal de unos cuantos siglos y uno geográfico igualmente importante: El médico se ambienta en la Edad Media y a caballo entre Europa y Oriente Próximo y Chamán, por su parte, lo hace en los Estados Unidos del siglo XIX. Aun así, el autor ha querido dejar dos vínculos claros entre ambas novelas: el “don”, la capacidad sobrenatural del protagonista de determinar cuánto tiempo de vida le queda a una persona tan solo teniéndola por las manos, se ha transmitido dentro de la familia y, por supuesto, el protagonista de Chamán es un descendiente directo de aquel de El médico.

No son los únicos puntos en común. El modo narrativo de la novela —estilo de la prosa, retrato de personajes, ritmo, estructura de las escenas, etc.— es muy similar y el arco argumental cubre, de nuevo, toda una vida con sus vicisitudes, como una suerte de retrato social de una época y un entorno con la excusa fantástica del protagonista, sin que el “don” de este termine de convertirse, tampoco, en el eje de la historia.

Tampoco se puede decir que sea, sin matices, más de lo mismo. El autor sabe marcar la diferencia entre un momento histórico y otro en algunos aspectos, aunque esto no quede del todo realzado por la mentalidad anacrónica —rebelde o inconformista, si queremos, por suavizarlo—, de los protagonistas. Es un arma de doble filo, ya que lo que gana en cercanía con el lector lo pierde en verosimilitud.

Los personajes también tienen circunstancias personales diferentes. En concreto, el de Chamán tiene un problema auditivo que, como cualquiera podía imaginar, no conseguirá impedirle ejercer la profesión a la que se ve abocado por el “don”. Y, por supuesto, la América del siglo XIX, con sus toques de última frontera, tiene un sabor bien distinto a lo visto en el anterior libro. No obstante, queda la sensación de mismo esquema con distinto vestuario.

El resultado es un libro solvente pero que no llega a despertar la maravilla del anterior y, hasta cierto punto, hace que se ponga en cuestión este. Es como si por comparación se les viera más las costuras a ambos y se revelara que, en el fondo, son literatura de entretenimiento sin todo el calado que podría haberse obtenido con sus planteamientos. Algunas escenas que se graban en la memoria, buen ritmo de lectura y entretenimiento, pero no mucho más.