Abaskhia, el muchacho que quería enseñar a hablar a las vacas

Imagen de Patapalo

Reseña de la obra de Roberto Malo, Fco. Javier Mateos y David Laguens

 

La Editorial Delsan nos propone esta fábula moderna de Roberto Malo y Fco. Javier Mateos en una preciosa edición ilustrada por David Laguens. Formato amplio, tapas duras, papel de calidad y unas impresionantes imágenes de una Rusia rural con cierto tinte fantástico, se trata de un libro que entra directamente por los ojos. Basta con mirar las ilustraciones que acompañan el artículo para hacerse una idea de la calidad que atesora en ese sentido, una calidad que no solo es gráfica, sino también de fondo, pues Laguens capta a la perfección el toque entre costumbrista y fabuloso de los grandes narradores rusos.

Pero ¿qué hay de la historia que se narra y de los textos que acompañan? Abaskhia, el muchacho que quería enseñar a hablar a las vacas tiene como punto de partida los cuentos más clásicos: un protagonista huérfano al que la vida no sonríe y que es maltratado por un padre tiránico, apariciones de hadas benévolas, deseos cumplidos que hay que elegir con cuidado, encrucijadas y pruebas y, como premio al final, una hermosa princesa cuyo padre brinda su mano ateniéndose a una lógica de lo más peregrino. De partida, unos mimbres bastante típicos.

Pero sobre estos mimbres tenemos un desarrollo sorprendente. En primer lugar, porque el sueño de nuestro protagonista no es uno habitual. Como indica el subtítulo del libro, Abaskhia está empecinado en enseñar a hablar a las vacas con las que ha compartido sus primeros años de existencia. Con un héroe con tal deseo en mente la historia va desviándose de los cauces habituales para ganar frescura, sorprender a los jóvenes lectores y ganar en diversión y entretenimiento.


 

El estilo en el que se narra el cuento se ajusta a la perfección a este planteamiento. Como marco, se atiene a los cánones y al ritmo de las fábulas, pero al mismo tiempo se deja llevar en los momentos clave para llamar la atención del lector y sorprende con incisos zascandiles, reflexiones humorísticas y requiebros divertidos.

El tono general que prima es una mezcla entre ternura y humor, que en los mayores —es un libro que por extensión y planteamiento resulta ideal para leerlo a los niños antes de meterlos a la cama— se verá potenciada por el contraste con nuestros cuentos de infancia y en los niños, aderezada por giros y sorpresas de las que llaman su atención y estimulan su imaginación.

En conjunto, queda un libro muy lucido a nivel estético y muy acertado en cuanto a contenidos y estilo. Así, Abaskhia, el muchacho que quería enseñar a hablar a las vacas resulta muy recomendable para los pequeños de la casa —y los mayores que quieran pasar un rato divertido con ellos—.


 

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