El retorno

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Reseña de la novela de Sebastian Fitzek publicada por Booket

El retorno es una novela policíaca cuyo leit motiv son los fantasmas del pasado: unos crímenes violentos cometidos hace quince años afloran a la superficie a través de un niño de solo diez que, para estupor de quienes lo rodean, afirma ser el responsable de los mismos. El encargado de solucionar el misterio es un abogado, cuyos propios demonios personales se mezclarán con la trama, estableciendo un paralelismo con esas fantasmagorías más evidentes protagonizadas por el niño “médium”.

Lo de “médium” hay que entrecomillarlo porque desde el principio el reparto pone en tela de juicio las declaraciones del supuesto asesino reencarnado. Aunque a Sebastian Fitzek le gusta jugar con la ambigüedad para poder coquetear con el temor a lo sobrenatural, sus personajes son racionalistas y escépticos con lo esotérico, de manera que la novela se distancia de la fantasía.

Esto es algo que se hace más y más patente a medida que avanza la trama, y no precisamente por esclarecer la cuestión de las posibles vidas pasadas —un ingrediente que se reserva hasta el cierre de la novela—, sino por el giro argumental: de los crímenes algo romanescos ambientados en escenarios propios de un filme de horror vamos a pasar al lado más sórdido de la sociedad berlinesa, con los niños, la muerte y el horror como hilo conductor.

El desarrollo de la novela oscila entre el thriller y la novela policíaca, y termina basculando hacia el primero. Si bien se nos facilitan elementos suficientes para ver por dónde van a ir los tiros en cuanto a argumento y trama, el encajar las piezas del rompecabezas se deja para el cierre, que es cuando se obtendrá la información suficiente para ver la solidez del castillo de cartas montado. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La novela, seguramente, gustará más a los que buscan un ritmo sostenido que a los que les gusta resolver el crimen por sí mismos.

La prosa de Fitzek es funcional y solvente. Prescinde de artificios y adornos y busca transmitir con eficacia los escenarios y los personajes. En este sentido, la inmersión en Berlín no es tan gráfica como se puede llegar a desear, aunque siga teniendo un sabor propio distanciado de los refritos norteamericanos. Al mismo tiempo, es algo que permite que la trama discurra con mayor agilidad.

En cualquier caso, el retrato de personajes es lo suficientemente bueno como para implicarnos en la historia. El autor no comete, además, el error de forzarlos a figurar, sino que los deja entrar y salir de la trama cuando es necesario. Algunos, además, resultan particularmente originales y bien trazados, lo que añade una capa de emotividad a la historia.

El resultado es una novela muy entretenida, canónica en muchos aspectos pero con sus pinceladas propias bien definidas. El retorno es, en definitiva, una novela eficaz que da lo que promete.

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