El sol de Argel

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela de Esther Ginés publicada por Ediciones Carena

La propuesta que nos plantea Esther Ginés en esta primera novela es tan ambiciosa como arriesgada. El sol de Argel es un homenaje a El extranjero, de Albert Camus, y, al mismo tiempo, una obra muy personal e intimista, no solo por el enfoque de la narración, sino por lo que se trasluce a través de los personajes.

El leit motiv de la historia es la identidad. Tras el suicidio de un joven, su hermano gemelo va siguiendo un precario hilo de Ariadna en una búsqueda de respuestas que —se adivina— terminará en fracaso. No se trata de que intente desvelar un crimen inexistente a todas luces, sino que, a través del redescubrimiento de la vida del hermano, se sumerge en una búsqueda de sí mismo.

Para articular este desarrollo, se cuenta con la presencia de algunos secundarios que funcionan más como reflejo del propio protagonista que como entes autónomos —el cual ejerce también de narrador, lo que justifica esta particularidad de su retrato— y, sobre todo, de una tercera persona, una joven que ha mantenido una misteriosa relación con el difunto, que sirve de bisagra en la narración.

El tono de El sol de Argel tiene algo de novela romántica, particular que acentúa, para bien y para mal, el amor manifiesto de la propia autora por el narrador, y también una buena dosis de costumbrismo: nos introducimos en una familia media aunque algo peculiar de Madrid, lo que aumenta la carga emocional de la historia y le da sentido, pues deja de ser un drama anónimo. Así mismo, se presta mucha atención a los detalles y la mayor parte de la tensión argumental deriva de ese triángulo inexistente a causa de la muerte prematura del joven.

Sin embargo, el tratamiento de la trama, que deja que la obsesión, el drama y la angustia primen, termina dotando de una identidad propia al conjunto y de un mayor calado a la historia. Sí, esta es una novela sobre las relaciones entre las personas, pero, sobre todo, sobre la propia existencia. El tema no es ligero, como tampoco lo es el modo de desarrollarlo. Acompañar al protagonista por su particular viacrucis implica tostarse bajo el sol impasible de Argel.

Esther Ginés deja claro en este primer trabajo su conocimiento de la literatura y su deseo de no contar una historia más, sino de abordar una que cuente para el lector, empezando por ella misma. Sin llegar a ser redonda, El sol de Argel honra estas ambiciones.

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