Generadores de bilis

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Vamos a dar un poco de caña a esos pobres autocomplacientes contra quienes el universo conspira

Se lo han ganado a pulso. Y, además, les va la marcha. Así que a por ellos, aunque no sean pocos, quizás sí cobardes.

Hoy he leído una entrada (Morderme la lengua) de un blog (Desde la nieve) de una colega (Virgina de la Puente) y me he decido, por fin, a escribir sobre este tema. Llevaba tiempo con la idea en mente y no es de extrañar, porque no es nada nuevo. Tuve ya la tentación de hacerlo cuando me enteré por casualidad de la existencia de una web creada exclusivamente para quejarse de los resultados del concurso de Jóvenes Talentos Booket (concurso en el que no he participado siquiera, pero que conocía). La mezcla de patetismo, parcialidad y poco espíritu crítico que rezumaban muchos comentarios y que nadie se molestaba en rebatir era vergonzante. Entiendo que hay jurados con cuyas decisiones es difícil comulgar, pero a mí se me caería la cara de vergüenza de alinearme (antorcha y horca en la mano) junto a protoescritores que sostienen oscuras conexiones de lo más circunstancial entre autores y grupos editoriales o la “patente” originalidad de hablar del cáncer de un niño desde la perspectiva de una madre (sic).

Que nadie se lleve a engaño: como buen protoescritor de manual, yo también creí que el Planeta estaba amañado porque no se lo habían dado a mi opera prima, una novela que había escrito de tirón con dieciocho años. Como mucho, estaba dispuesto a aceptar que quizás se había quedado fuera por ser de fantasía, no porque no fuera, por lo menos, de la calidad de cualquier obra que hubieran osado premiar ese año, y que por supuesto no leí. Y no estoy diciendo que el Planeta, o cualquier otro premio, esté o deje de estar amañado: lo que digo es que es ridículo lanzarse a la quema de brujas por despecho. Y sin motivos tangibles.

Este es el problema de los generadores de bilis. El primer motivo que encuentran para no estar ellos ahí es la mano negra. Da igual que sea un concurso o un sello editorial. Da igual, incluso, que hayan intentado publicar con él o no. Esos son factores secundarios. Lo importante es que hay tongo. Y es tan importante porque, si no, toca examinar otras cosas.

A la hora de levantar esta barrera protectora vale todo:

1. Aliarse con el primero que pasa: ¡Qué más da hacer la vista gorda! Seguro que el tipo que escrive mensages asi tanvién es victima de la injusticia!!! Seguro que su obra era más original (¿original? Quien crea en la originalidad que haga de jurado de un concurso de relatos...) y fue ninguneada. Qué importa que en el fondo todos piensen que ese compañero de al lado hubiera quedado muy bien de segundón, detrás de él: todos lo hacen.

2. Inventarse conexiones a bulto: Seguro que el que su cuñado fuera librero influyó en los jueces, se dicen. Ah, es que curra en una fábrica de jamones. Estoy convencido de que cuando consiga ganar algún premio, si es que lo consigo, alguno dirá que es porque trabajé en OcioJoven (aunque fuera Planeta quien me obsequió con un despido improcedente). Da igual que te hayan caído menciones de treinta sitios distintos: siempre se puede encontrar un hilo conductor.

3. Infamias: Lo dije ya cuando oír por primera vez hablar de este tema: que Virginia sea mujer cabrea particularmente algunos. Que se hable de favores sexuales por este simple hecho (ser mujer, qué osadía) retrata a la perfección a quien sale con bulos semejantes.

En fin. No me he puesto a escribir esta entrada para rebatir nada a nadie. Faltaría más que alguien se tuviera que poner a probar su buen comportamiento cuando, para más inri, hay una magnífica novela a la venta para probar la valía literaria de la difamada. No. Esta entrada la he escrito para advertir a los protoescritores del peligro que conlleva ampararse en este tipo de rumorología, de sentirse cómodo con su arrullo.

No es verdad que el único modo de publicar dignamente es tener enchufes. No es verdad que todo el que triunfa es un trepa. No es verdad que el universo vuelve la espalda arbitrariamente a todos los jóvenes autores. Es algo que, con perseverancia y trabajo, se puede descubrir por uno mismo.

Sí que es verdad que la autocomplacencia no vale de nada a un escritor. Sí es verdad que ser crítico con la propia obra permite mejorar. Y estas son cosas que no dependen de entes malvados que nos asolan desde las sombras, sino solo de nosotros mismos, de nuestra honestidad con nuestro trabajo.

Todos los autores creemos que somos la hostia, que lo que tenemos que contar es tan interesante (tú calcula) que la gente tendría que querer leerlo y que los editores tendrían que querer poner la pasta para satisfacer su ansia. Estamos convencidos de que nos lo merecemos, por supuesto, mucho más que los que están publicando o siendo premiados en mejores condiciones que las nuestras. Pero hay una cosa que no tenemos que perder de vista: no hay recetas mágicas, no ya para encontrar buena literatura, sino incluso para encontrar un superventas. Que se lo pregunten a J.K. Rowling.

Es por eso que todos esos rumores malintencionados, sobre todo si se sustentan en humo, en excusas como no puedo dar mis fuentes pero esto es verdad de la buena, hay que extirparlos antes de que nos envenenen por dentro. Son generadores de bilis que no ayudan a nada, ni a publicar ni a escribir mejor. Lo único que pueden conseguir es distraernos de lo importante: que nosotros seamos los jueces más duros con nuestra propia obra.

Cuando surgen estos rumores, esta carcoma sembrada por aguafiestas, yo siempre recuerdo lo que nos contó una vez un colega escritor: el tío pillaba las cartas de rechazo que recibía y se las grapaba a la pared, enfrente de su mesa de trabajo. No las cuestionaba, no lloriqueaba y, por supuesto, no se abandonaba a la autocomplacencia. No quiere decir que las considerara una verdad absoluta, ni mucho menos. Simplemente se decía “aunque el premio esté amañado, voy a escribir algo tan bueno que me pidan, por lo menos, que publique con ellos”. Esa es la filosofía, la que funciona: que aun aceptando la posibilidad de que el escenario sea el más desfavorable, le eches ganas y te emplees a fondo. Este año publica con un sello magnífico, de esos que serían, para mí, un sueño hecho realidad: buena distribución, buen catálogo y buena edición.

Yo tengo muy claro hacia dónde quiero ir. Desde luego, no a echar bilis por los rincones.

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jane eyre
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Amén

 

 

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_Pilpintu_
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 Totalmente de acuerdo; que se busquen una abuela xD

En cuanto al rechazo de las editoriales, entiendo que es difícil ser optimista pero tengo que decir que yo misma he recibido rechazos muy bien argumentados y que leyéndolos con calma eran realmente enriquecedores.  Es cuestión de perspectiva también, de tratar de insensibilizarse un poco a la hora de recoger las críticas. 

Y decirle a Virginia que me parece muy bien que deje de morderse la lengua, aunque la entrada en su blog es mucho más respetuosa de lo que pueden merecerse semejantes "escupe-bilis" xD 

Salu2! 

...(...) "y porque era el alma mía, alma de las mariposas" R.D.

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Sé de buena tinta que el autor de este post compra la misma marca de yogurt que la susodicha... Sospechoso, ¿no? Como veís, todo encaja.

 

Pues que quéreis que os diga. Sinceramente, ni me creí que michel jackson tuviera niños encerrados en mazmorras, ni que sea merecedor ahora del premio nobel de la paz como le están proponiendo. Lo que sé es que al ser humano le gusta el morbo y la fantasia, por un lado, y que, por otro, también hay un factor suerte en todo lo que hacemos, factor en el que a su vez intervienen muchos factores.

 

No sé si Virgi tiene algún secreto inconfesable, ni me importa. No sé si a Kachi el hecho de ser un personaje conocido en el mundillo le ayuda en sus aspiraciones literarias. Ni me importa. La vida es demasiado corta como para no aprovechar cualquier oportunidad.

 

Sé que no me gusta lo que escribo. Sé que últimamente tengo la sensación de que todo lo que leo está bien, pero todo y bien juntos significan 'normal', no bueno.

 

Creo y sé, que en cualquier empresa moderna, lamentablemente, un 25% es producto y un 75% "suerte", y creo y sé que esa suerte tiene componentes muy diversos, no todos malos, no todos buenos, pero qué importan, si te acercan a tuobjetivo.

 

No me gustan las rasgaduras de vestiduras. No demasiado.

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PedroEscudero
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 A mí es que estas cosas me dan risa, y la verdad no me las tomo en serio, que es lo peor que se puede hacer.

 

 

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Shilar
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 Estas cosas dan risa hasta que ves como pueden perjudicar a una persona. No ya porque le afecte moralmente que se le vaya calumniando deliberadamente, cosa que dependerá de su fortaleza anímica, si no porque le repercute negativamente en algo tan importante como es en las ventas de su novela, y por lo tanto en sus publicaciones posteriores con esa editorial, y en sus relaciones con otras editoriales, que es al fin y al cabo el fin que se busca con la calumnia: el desprestigio de un autor novel que ha visto cumplida su ilusion de publicar.

Somos el tejido del que estan hechos nuestros sueños

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anapenny
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He leído el artículo de esa chica y no puedo estar más de acuerdo. En este país se cree que el sector literario, como otros sectores en nuestra cultura, está regido y pertenece a los hombres. Si una mujer obtiene un mérito por ella misma muchos se le lanzan como pirañas. Conozco a un amigo escritor que me dijo una vez que si las mujeres ganaban premios literarios era porque estaba de moda. Es como si no tuviéramos derecho a existir ni pronunciarnos. O como si no tuviéramos personalidad propia ni talento sufiente. Es una pena porque es un problema de ignorancia. Eso demuestra que no hay suficiente cultura.

 

 

A veces hay que ser un pedazo de cabrona para sobrevivir. A veces ser una cabrona es lo único a lo que una mujer puede aferrarse.

 

Stephen King: Eclipse total.

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