Un héroe (DUPLICADO, no tener en cuenta)

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Daniel Yagolkowski
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UN HÉROE
                                                                                                      Daniel Yagolkowski

    Estaba angustiado, nervioso: mañana era el día señalado y la tensión iba en aumento. Por la espalda le corría un sudor frío. Su mente era un torbellino entre, por un lado, el deseo de que todo terminara de una buena vez; por otro, que todo eso no fuera más que un mal sueño que...

- John Ritter.

    ¿Quién lo llamaba? ¿Desde fuera de la habitación?... No, sonaba de manera extraña, como si...

- Sí, John Ritter, como si mi llamado viniera desde dentro de tu cabeza...

    John se sintió perplejo al principio, pero prontamente le fue entrando miedo, miedo de estar volviéndose loco. Quizá la tensión de la espera de estos días finalmente lo había hecho perder la razón.

- No, John Ritter, no te has vuelto loco... Sí, puedo leer tus pensamientos inmediatos y percibo en ti una especie de tensión que no me deja ver qué te preocupa, pero ahora no importa eso, porque es justamente esa tensión la que me ha permitido empezar mi ingreso en tu mente...

    John giró sobre sí mismo y recorrió la habitación: ¿alguien le estaría jugando una mala pasada y habría puesto un altavoz oculto? ¡Maldito sentido del humor sería ese, porque tal como se sentía John ahora y encima eso...

-No, no es una broma: realmente te estoy hablando desde dentro de tu cabeza, para ver si así lo entiendes. Esa tensión que percibo, ese miedo a no sé qué, han sido la llave para que pueda dominar tu mente, tus ideas...y antes de que lo preguntes, para que no agregues más tensión que es molesta para mi operación en ti, te diré que estaba buscando un cuerpo humano para dominar. Verás, John Ritter, hace unos días hiciste lo que llamarías una invocación: que venderías el alma al Diablo con tal de salir de acá, aunque aún no alcanzo a ver por qué: el miedo y la tensión extrema son buenos para debilitar las defensa e la mente, pero obstaculizan mi comprensión de lo que le pasa al humano que los padece.

- Pero entonces tú eres...-empezó John, ya francamente aterrorizado.

    Con el tono calmo del comienzo, la voz interrumpió lo que John iba a decir:

- No, John Ritter, no soy lo que ustedes, los humanos, llaman Diablo... aunque desde el punto de vista práctico, no sé cuál de los dos habría sido más conveniente que tomara posesión de ti, si él o yo -.

    Algo parecido a una risa sarcástica resonó en el cerebro de John que, para estos momentos, se había dejado caer en su camastro, bañado en sudor frío y con el corazón en la boca: ¡había invocado al Diablo y ahora había venido a buscarlo! ¡Dios, ¿por qué tuvo que llamarlo?

- John Ritter, permíteme decirte que, con lo que sé de los seres humanos, eres un tanto contradictorio: por un lado pediste que viniera ese Diablo de ustedes, pero ahora clamas por Dios... ¡En fin, supongo que por estas contradicciones los seres humanos están condenados a desaparecer ante una especie superior como lo somos nosotros.

    En ese momento, y aun dentro de la agitación y del terror franco que lo dominaban, John recapacitó unos instantes en las últimas palabras de...¿la Voz, a falta de otro nombre?

- Si sientes necesidad de darme un nombre, llámame El Ente: sé lo que es en tu vocabulario y, en verdad, no importa explicarte cómo nos denominamos en nuestro planeta... Sí, dije "planeta" -recalcó El Ente, que nuevamente había leído los pensamientos inmediatos de John. Ahora su tono era el de alguien aburrido de tener que explicar algo que había dicho muchas veces:

- John Ritter, en verdad te comunicaste conmigo... sin quererlo, claro, cuando intercambiaste comunicación con lo que creías que era una hembra humana... una mujer, perdón... atrayente y seductora: en realidad era yo, que interfería las comunicaciones de manera imperceptible para ustedes.

"A muchos humanos de ambos sexos envié mensajes así, cambiando de personaje y todos, en mayor o menor grado, estaban demasiado excitados como para que yo pudiera ingresar en su mente, pero tú le confesaste a esa supuesta mujer que estabas desesperado, aunque no explicaste por qué. Supuse que estarías enfermo, quizá con alguna enfermedad mortal, pero la exploración de tu organismo muestra que no es eso, así que inferí que habías sufrido algún desengaño o alguno de esos problemas emotivos que suelen aquejar a los humanos (nosotros los tenemos, pero nuestra capacidad intelectual nos protege contra muchas de esas debilidades que ustedes aún padecen... y que, lamento decirte, hará triunfar mi misión y permitirá que los convirtamos en envases carnales para nosotros...

    ¿"Envases carnales"? ¿De qué demonios hablaba este Ente, o lo que fuere? John sentía que se estaba empezando a enfurecer: todo esto, si era una broma, aunque muy bien orquestada, ya era demasiado y no estaba dispuesto...

    Un dolor lacerante le hizo sentir que el cerebro estaba por estallar.

    El Ente, ahora con tono abiertamente amenazador, dijo:

- John Ritter, NUNCA vuelvas a enojarte o tratar de oponerte a lo que digo. Sí, "envase carnal", porque eso es lo que tú y los de tu especia han de ser hasta que dominemos este planeta y lo adaptemos a nuestras propias necesidades fisiológicas. Es por eso que con nuestra experiencia de conquista de otros mundos, primero enviamos una avanzadilla mental, por así decir, que comprueba la capacidad de nuestros enemigos de resistir nuestra invasión de su cerebro, para tener una buena idea de las condiciones ambientales de ese mundo. Invadimos los cuerpos, los usamos para mezclarnos con sus congéneres, hacerlos luchar entre sí y adaptar el planeta para que nos establezcamos en él.

"Yo tengo el honor de iniciar la conquista de la Tierra: ¡qué bueno que ustedes sean tan proclives a ceder ante la belleza física porque, de no haber sido así, jamás habrías hablado tan abiertamente con la mujer que viste en Internet. Tan sólo me falta saber qué te preocupa tanto pero, en realidad, tampoco interesa: a partir de mañana, el envase John Ritter me permitirá iniciar mi acción invasora.

    Durante unos instantes, El Ente dejó de hablar y John volvió a sentir pavor: ¿qué iba a pasar ahora?

    Nuevamente, El Ente contestó con el mismo tono calmo del principio:

- Lo que va a pasar ahora, John Ritter, es que voy a dominarte por completo... No, no puedes resistir y recomiendo que no lo intentes: la posesión mental suele ser muy dolorosa cuando un cerebro inferior pretende oponerse al nuestro... Adiós, John Ritter o, por lo menos, el John Ritter que existió hasta ahora... ¡Bienvenido, mundo mío, necesitado de un nuevo planeta feraz!

    Con tono irónico, El Ente dijo suavemente:

- Y gracias a tí, John Ritter. Prometo hacer que mi pueblo te recuerde como el primer humano invadido que nos permitiera hacer pie en tu mundo-. Y rió.

    John sintió un vendaval de fuego en su cerebro... Después, luces, dolor... la nada.

-Esta intrusión cerebral agota. Descansaré y cuando sea la mañana de la Tierra comenzaré mi trabajo.

El cuerpo de John Ritter-El Ente se recostó y quedó dormido.

***

- John Ritter.

    El Ente despertó y activó su cuerpo, sorprendido.
    Se incorporó en el camastro y a través de los ojos de John Ritter vio que la puerta de la habitación se deslizaba hacia un costado. Al abrirse del todo entraron dos hombres vestidos con un uniforme oscuro que no pudo identificar.

    Se pusieron a ambos lados de la puerta y dieron paso a otro hombre, mayor que ellos, vestido con lo que El Ente reconoció como traje de calle gris. Se paró en el centro de la habitación que El Ente recién reconoció: era una celda.
   

    El hombre de traje dijo con gesto grave a John Ritter:

- John Ritter, ha sido usted juzgado por un tribunal de doce de sus pares y hallado culpable del secuestro, de la violación y del asesinato de Mark Ruchman, de trece años, de su hermana Nelly, de seis y de un amigo de ellos, Robert Frost, de doce. El tribunal en el que se celebrara ese juicio falló que usted, el día de hoy y a esta hora, sea ajusticiado mediante la aplicación de una inyección letal.

    De pronto, El Ente comprendió el motivo de la agitación de John Ritter: ¡sabía que iba a morir! Era necesario buscar otra mente y con rapidez, pero ninguno de los humanos que había ahí estaba disponible: eran muchos y en sus mentes predominaba el odio hacia Ritter.

    Los dos hombres de uniforme tomaron a John Ritter-El Ente por los brazos y lo sacaron a un pasillo, donde había otro hombre, este vestido con un traje negro y un cuello blanco, que musitaba algo que leía en un pequeño libro que tenía en las manos. La mente de este hombre estaba llena de pena y preocupación, pero no suficientes como para permitir que El Ente ingresara y lo dominara.

    Al ver lo que iba a ocurrir, a través de la garganta de John Ritter gritó:

- ¡Ustedes no entienden! No soy John Ritter, soy -hizo un último intento con una mentira- ,soy un visitante de otro mundo que está dentro de John Ritter. Vengo en paz y para traerles nuestros conocimientos...

    Sintió los pensamientos iracundos de los dos hombres de uniforme y del de traje, así como la perplejidad del hombre que leía:

Todos estos degenerados son iguales: cuando les toca pagar no vacilan en decir cualquier cosa para salvarse.

    Y llevaron a John Ritter a la rastra hacia la cámara donde lo iban a ejecutar. 

    Así fue cómo John Ritter, que siempre llevó una inútil existencia de violencia y maldad, con su muerte había salvado la existencia misma de la Tierra... pero nadie se enteraría jamás. 

    Un verdadero héroe anónimo.

FIN

 

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jane eyre
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Esto... Este relato ¿no está ya colgado??? devil

 

 

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Olethros
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Parece el mismo relato del mismo autor, sí...

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Patapalo
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Puntos: 208859

Sí, me parece que Daniel anda algo despistado en el foro y ha creído que el relato ya no está disponible porque no está en la primera página.

Daniel, lo puede encontrar en el siguiente enlace: http://www.ociozero.com/foro/38442/un-heroe

Ahí podrá ver también los comentarios que le han hecho hasta la fecha.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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