Déjame salir

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Reseña de la antología conmemorativa del I Premio Círculo Rojo de relatos de terror publicado por la editorial homónima

 

Es recurrente oír, en los círculos de aficionados a la literatura de terror, que hay pocas publicaciones profesionales en las que los autores se puedan ir dando a conocer. Por eso, encontrarse con iniciativas como éste Déjame salir, editado por Editorial Círculo Rojo -la cual colabora también con la revista H-Horror-, es una auténtica alegría, sobre todo cuando el producto final acompaña al concepto y nos encontramos con un buen "escaparate de cantera". Las veintitrés obras que se recogen en sus páginas son las finalistas del I Premio Círculo Rojo, una convocatoria abierta que nos muestra qué tipo de terror se está haciendo en nuestro país. Antes de entrar a comentarlas en detalle, me gustaría señalar algunos puntos generales de gran importancia.

 

En primer lugar, hay que felicitar al equipo de Círculo Rojo por el trabajo editorial realizado. La concepción de la antología es muy acertada: el título, homenaje a la galardonada Déjame entrar, de John Ajvide Lindqvist, es un gancho tan bueno como la fabulosa portada, realizada a partir de la fotografía "Ira", con la que Juan B. Gauna ganó el respectivo certamen. El diseño interior, asimismo, se ve muy cuidado, y denota que no han querido limitarse a copiar y pegar los textos agrupados. Especialmente reseñable la inclusión de citas al comienzo de cada relato, detalle que achaco al editor, puesto que es bastante improbable que todos los autores optasen por él, y con tanto acierto: son introducciones perfectas para las obras. El único punto negativo viene con la maquetación, en la que se les ha pasado homogeneizar el interlineado de los puntos y a parte y, esto ya es más subjetivo, usar guiones largos para los diálogos; apenas un detalle a pulir para la próxima convocatoria.

 

Sobre el conjunto de los textos, comentar a vista de pájaro que, como en todas las antologías, habrá unos que nos convenzan más que otros (a mí, personalmente, el ganador me dejó más frío de lo que debía por el simple motivo de haber leído uno de temática y desarrollo bastante similar en Historias asombrosas hace un par de años), pero todos son meritorios y la media de calidad, buena. Veámoslos uno por uno:

 

Empezamos por El miedo, de Teo Rodríguez, que si bien es el prólogo funciona como un relato en sí mismo. La conjunción entre reflexión teórica y puesta en práctica le da una dimensión muy interesante, y aunque bascule su efectividad más hacia el primer punto -como toca en una introducción-, ejerce a la perfección de maestro de ceremonias dejando con ganas de abordar la antología.

 

La bruja Lusa, de Darío Vilas, es la encargada de inaugurar la serie. Se trata de una historia de desarrollo pausado que se recrea en el retrato de un pueblo contemporáneo y aprovecha muy bien el escenario macabro y a la vez mundano de un tanatorio. Muy conseguida la mezcla entre superstición y tedio laboral.

 

Bienvenida, hermana, de Laura López, opta, en contrapunto, por un tono más onírico que potencia muy bien con una serie de incisos en off. La fantasía macabra en la que nos adentra consigue erizar el vello como las historias de campamentos, y el imaginario desplegado convence por su solidez.

 

La huella, de Ángela Medina, vuelve al toque cotidiano para presentarnos una idea sencilla pero al mismo tiempo inquietante: la aparición de una huella en el entorno seguro que debe ser el hogar trastoca el equilibrio defensivo del mismo. La historia es quizás demasiado breve para explotar el terror por anticipación que se palpa, pero queda bien cerrada de un modo sencillo y sin artificios.

 

La ilusión de Baltasar Méndez, de Santiago Girón, vuelve, pendularmente, a campos más osados. En un retrato muy breve nos deleita con una historia abracadabrante acerca de un personaje obsesionado con la figura del vampiro. Con cierto toque serie B al cierre, como corresponde, claro, a tales obsesiones, funciona por sus particulares derroteros.

 

Cachorros, de Iván Mourin, es uno de los primeros pesos pesados del libro. Quizás al tomarse más tiempo para plantear la atmósfera, ésta cala mejor dentro del lector. El cierre no hace justicia a los malos tragos intermedios -de nuevo, parece reclamar más espacio, o un final más brusco- lo que no quita el buen sabor de boca conseguido.

 

Amarillo fosforito, de Aránzazu Sanz, es la obra ganadora del certamen y una buena muestra de cómo se puede intersecar el mundo de los monstruos con la cruda realidad. Efectivo y breve, a mí sólo me lo empañó el haber leído ya algo muy similar. Parece que nuestras pesadillas colectivas son recurrentes.

 

La taberna oscura, de José Ángel Muriel González, es un relato homenaje a uno de los grandes escritores de nuestra lengua, al que saca de su mundo realista para sumergirle en una folclórica historia de monstruos. Algo esperpéntico e irreverente, da una visión distinta de lo que puede ser el terror, volcándose prácticamente en un desarrollo de acción con marco histórico.

 

El Mediterráneo indirecto, de Antonio Guerrero Ruíz, es un relato que consigue desazonar considerablemente con su estructura sesgada y algo embotada, que refleja bien el estado de su narrador. Confuso deliberadamente, se centra en transmitir las sensaciones que sufre éste, y casi el final resulta demasiado nítido para lo que se ha disfrutado previamente.

 

La ciudad, de Catalina Millán, es la obra más pulp de la antología. Con un planteamiento de ciencia ficción muy ligera nos lleva a una ciudad que ya no pertenece al ser humano, sino a otra especie. La idea se queda más en escenario, como una panorámica, que como una historia en sí, pero resulta muy sugerente.

 

El espíritu de la guerra, de José Nicolás González Criado, parece beber directamente de una fantasía de Hellboy, aunque no consigue la solidez de los escenarios de éste por haberse preocupado poco del telón de fondo y su pertinencia histórica. El resultado es una historia con claroscuros, a la que se le podría haber sacado mucho más jugo pero que queda incompleta y algo anacrónica.

 

Dolor, reflejo, de Julián Muñoz, por el contrario, resulta mucho más sólida a pesar de meterse en las arenas movedizas de construir la narración a partir de fragmentos de diarios, recortes y otros materiales indirectos. El desasosiego reinante es irregular, pero, a pesar del fin algo artificioso, funciona bien la mayor parte del tiempo, y engancha.

 

Gnomos, pimientos y cebollas, de Ana Cordón Trujillo, tiene la fatalidad, como el relato ganador, de parecerse argumentalmente a otro que leí en tiempos en Ociojoven, pero, por el contrario, se desmarca del mismo estilísticamente. De hecho, es aquí donde reside su fuerza, donde consigue mutar lo que sería una crónica de sucesos en un viaje a la psique de alguien encerrado en una realidad sangrienta que le desborda.

 

El día de los muertos, de Francisco Escaño Sánchez, es otra de las historias medianamente largas de la antología, y una que aprovecha muy bien, precisamente, esta particularidad. La narración se toma su tiempo para introducirnos en el escenario y la atmósfera que se respira, y al final es esto lo que prima sobre el propio desenlace. Muy sugerente ese cruce entre el más allá y nuestro mundo. Y muy inquietante.

 

Luna nueva (homenaje), de Yolanda Galve, es una historia que ya había leído, pues tuvimos el placer de publicarla en Calabazas en el Trastero: Especial Poe. En esta revisitación de El cuervo, de Edgar Allan Poe, disfrutamos con el estilo rico de la autora y los guiños a los amantes de la literatura decimonónica.

 

Juego perverso, de Antonio Blázquez Madrid, nos lleva de vuelta a la realidad con una crudeza inusitada. La narración es muy breve, pero suficiente para poner los pelos de punta, sobre todo porque, aun sin desvelar nada del trasfondo de los personajes, uno tiene la convicción de que algo así es más que plausible. Se hubiera disfrutado -es un decir- con un desarrollo más pausado, pero funciona igualmente.

 

La cosecha del padre Damián, de José Manuel Frías, se adentra en derroteros más policíacos. La ejecución de la historia es robusta y, aunque están presentes algunos tópicos que le restan algo de encanto (como la confesión del malo), lo cierto es que resulta muy entretenido y solvente. Algunas imágenes son muy sugerentes. Tampoco le hubiera penado ser desarrollado como relato largo o novela corta.

 

Pesadilla, de Jesús Muñoz Fernández, resulta de más difícil digestión. Las licencias gramaticales para "generar" la pesadilla son el tipo de recurso que no me convence en absoluto, sobre todo cuando incurren en incorrecciones. Es lo que me ha empañado una historia que, por atmósfera, me resultaba muy seductora. El lado subjetivo siempre pesa.

 

La cinta métrica que perdió diez metros, de Juan Francisco Jordán Montés, es un relato arriesgado, pero lleno de encanto. El lenguaje usado por el autor resulta algo impostado, pero es justificable dado que habla por boca del protagonista. La historia, además, es francamente original y tiene un algo muy inquietante.

 

La huida, de Matías Ramón González Díaz, revisita el clásico introducido por Lovecraft en el imaginario popular del grimorio maligno. Clásico resulta igualmente el relato, aunque tiene unas cuantas imágenes que bien valen la pena, y la ejecución es correcta.

 

El descampado, de David Yagüe, aun siendo algo hiperbólico en algunos momentos, funciona mucho mejor y crea auténtica angustia en el lector en todo su desarrollo. El cierre tal vez peque de forzar una vuelta de tuerca, pero es algo que no empaña el resto de la historia y sí un detalle en consonancia con los gustos del público en general -según mi experiencia-.

 

Maniquíes, de Gustavo Prieto, es otra obra que ya había leído -cosas de rondar tanto- y que me alegra sobremanera ver premiada en esta convocatoria. Incluye una historia muy sugerente, un escenario muy original y un desarrollo muy interesante con estilo propio. Cautiva al lector y emprende una recta final de antología más que notable.

 

Habla el comandante, de Salvador Perán Mesa, sigue en esta línea con un relato que aúna reflexión filosófica con horror contemporáneo en buenas dosis. Curiosamente, al contrario que otros ya comentados, podría haber requerido menos espacio para desarrollarse, pero teniendo en cuenta que el mal rato despega desde los primeros párrafos, parece que el autor ha sabido muy bien cuánto quería que éste durase.

 

No como los demás, de Vanesa Henández Amez, pone el broche final con una historia muy bien desarrollada y que se sale de lo previsible llevándonos a un terrible final, que deja tan perplejo como anonado. Un cierre que hace que la antología deje un buen sabor de boca y la sensación de que sí, hay escritores por ahí que reclaman espacio para ir desarrollando sus propios imaginarios.

 

Con este repaso creo que quedarán bastante claras las claves en las que se ha movido la antología. La predominancia de escenarios contemporáneos es más que patente, así como el haber optado, la gran mayoría, por estilos muy directos (aun con saludables excepciones). La proveniencia de los autores es variada, así como su experiencia en lides literarias, como se percibe en los CV del final del libro, aunque parece que prima una cierta juventud. Esperemos con la convocatoria se consolide y se vaya repitiendo para seguir dándoles cancha a ellos y a muchos más.

 

Si queréis más información sobre la misma y cómo adquirirla, podéis visitar la web de la editorial: http://www.editorialcirculorojo.com/

 

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Por la parte que me toca, muchas gracias por tus palabras Patapalo ^_^. Xa-LFDM

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Me alegro pero... ¿cuál es la parte que te toca, porque por nombre no he reconocido a nadie?

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Todavía no la he leído y eso que una de sus autoras es amiga mí. Intentaré hacerme con un ejemplar.

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Yo soy Laura López ^_^ (es que laro, después de mi nick tengo un nombre normal y nadie nos relaciona :P). Xa-LFDM

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Lo tendría que haber deducido por la atmósfera, compañera. Sin duda, es tu punto fuerte.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Y de neuvo, muchas gracias por tus palabras :P (peor sí, parece que últimamente por lo que me decis los lectores, se me esta dando bien la atmosfera, a ver si consigo subir hasta ese nivel el resto de matices ^_^). XA-LFDM

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Hola¡ He tardado en ver la reseña, pero gracias por la completa reseña de la antología y , en particular, por la parte dedicada a mi relato, El descampado. Me alegro que, por lo que leo, te pareciera interesante y me apunto tus apreciaciones. Hay que intentar mejorar, siempre. Un abrazo y, lo dicho, ¡muchas gracias!

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