El Triángulo D

Imagen de Icorbeles

Reseña de la novela de Manuel Buil publicada por Grupo Ajec

 

Estados Unidos es un país de gordos. Las tabacaleras, hartas de pagar desorbitadas indemnizaciones por los efectos perniciosos de sus productos, han encontrado una nueva vía de negocios: la comida rápida. Tras fundirse con los restaurantes de fast food, han creado una nueva moda, las hamburguesas mezcladas con nicotina; un nuevo vicio que ha convertido el pueblo americano en zona de obesos adictos a la grasa. Incapaces de producir tanto sebo, los EEUU se vieron obligados a importarla en cantidades masivas y, cuando no era posible, invadieron países para conseguir sus suministros. Pero en medio de este ambiente de crisis mundial, un nuevo símbolo ha sido alzado hasta las estrellas: el Ascensor Espacial. Una monumental obra de ingeniería, un túnel que une la Tierra con la estación espacial más grande que orbita alrededor del planeta. Lástima que, según un simulador de inteligencia artificial (Doris), tenga los días contados. Y cuando caiga, arrasará medio planeta. Mary Trini Merton, la principal desarrolladora del software, tendrá que encargarse de solucionar el problema. La clave, según Doris, está en otros dos personajes: Joao Cabeça (un desquiciado cirujano plástico portugués) y Rony Abelardo (oficial de la ONU al que se creía muerto).

Estas son las premisas argumentales con las que comienza El Triángulo D, obra de Manuel Buil (Los sueños del canciller). Una novela que, en realidad, es la precuela de su anterior trabajo, ambientada muchos años antes. El mejor modo de definir El Triángulo D es decir que es... extravagante. Estamos ante otra novela cuyo envoltorio engaña: esa torre de la portada, que se alza desde la superficie terrestre hasta el espacio, induce a pensar que estamos ante la enésima vuelta de tuerca de la clásica novela de ciencia ficción (inevitable pensar en Fuentes del paraíso, de Arthur C. Clarke). Y, sin embargo, a poco que el lector se adentre en la historia, comprenderá que El Triángulo D es a la ciencia-ficción lo que Mundodisco a la literatura fantástica, y que Manuel Buil se lo ha pasado en grande mofándose de mil y un aspectos de nuestra sociedad.

Personajes esperpénticos, situaciones hilarantes y gags de un toque bizarro apuntalan la trama. Quizás el lector acostumbrado a obras más comerciales se sienta desorientado y encuentre en esta sucesión de despropósitos un caos que no le ayude a seguir el argumento. Pero incluso en ese caso se debe tener en cuenta que estamos ante una sátira moderna, una burla a nuestra sociedad. Algunos temas recurrentes que Manuel Buil nos ofrece pueden resultar difíciles de aceptar dentro del factor de predicción que tiene toda novela de ciencia-ficción (¿Jaca, sede de los Juegos Olímpicos?), otras en cambio se nos antojan muy cercanas (la invasión de gordos en EEUU). Pero todas cumplen su función como denunciantes sigilosos. Manuel nos sirve una bandeja bien surtida y variada de temas que criticar: la superpoblación, la contaminación, el mundo de los negocios, el tráfico de sustancias (en este caso la grasa que adoran los americanos)... Y lo hace a través del humor más socarrón, y creando un mundo verdaderamente original y muy bien hilvanado.

Hay que decir que la última parte de la novela es una auténtica locura, y transcurre a un ritmo vertiginoso que no deja parpadear al lector. Es la parte más "aventuresca" y, por momentos, la más desternillante.

En definitiva, El Triángulo D es una obra histriónica, irreverente, que se burla de nuestra sociedad a la vez que engrandece la ciencia-ficción. Una novela que podría convertirse en obra de culto de la ciencia-ficción patria, y que, al menos a quien esto escribe, ha dejado muchos buenos momentos. Más que recomendable si estamos dispuestos a reírnos de nuestras propias miserias.

Por Javier Pellicer

Imagen de Patapalo
Patapalo
Desconectado
Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Este me lo apunto, que tiene una pinta muy buena. Con los de Enano Rojo ya me reí lo suyo, y este tiene pinta de ser igualmente divertido.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

Imagen de Manuel
Manuel
Desconectado
Poblador desde: 21/01/2011
Puntos: 1

Muy agradecido por tu crítica, Javier. Estás en lo cierto, me lo pasé bomba escribiéndola y me alegro de que haya hecho reir un rato.

 

Manuel Buil

 OcioZero · Condiciones de uso