Visita al Museo de Ciencias Naturales

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Relato ganador del concurso Monstruos actuales organizado por la web www.h-horror.com

 

Querido diario:

Hoy en el cole nos han llevado al Museo de Ciencias Naturales. La visita ha estado guay pero una de las salas daba un poco de miedo.

Mamá dice que deberían quitarla del recorrido para escolares, que es una barbaridad que los niños tengamos que ver semejantes aberraciones. Ella la llama el circo de los monstruos pero la profesora nos contó que su nombre es Sala de los misterios de la naturaleza.

María ha dado un grito cuando nos hemos acercado al conejo de dos cabezas. La guía ha tenido que explicarle que estaba disecado para que dejara de gritar.

La profesora ha querido evitar más sustos y nos ha explicado que ninguno de los habitantes de aquella sala podía hacernos daño. Dijo que solo estaban allí para que el hombre no olvidara que hay misterios que aún no ha resuelto y que por eso nunca debe dejar de investigar.

A María no es que le haya convencido mucho la explicación porque, aunque ha dejado de gritar, la cara de susto no se le ha quitado del todo y miraba la mutación del conejo como si fuese a mover sus cuatro orejas de un momento a otro.

Después le ha llegado el turno a una oveja con seis patas, un cochino con dos rabos y un pez muy extraño, amarillo y con tres ojos, que a todos nos hizo gracia.

La parte dedicada a los animales mola y hasta María rió ante la urna del pez raro.

Después hemos pasado a la parte de los dibujos. La llaman así porque no hay figuras disecadas ni reproducciones de cera. Solo hay láminas dibujadas o fotografías antiguas y la guía nos explicó que era porque aquellas enfermedades, hace muchos años, eran consideradas misterios pero que en nuestros días ya se había encontrado el motivo que las provocaba y la forma de curarlas.

Allí estaba, a tamaño natural, una foto de un hombre al que llamaban el hombre elefante. Fotos de niños y muchachas pegados por diferentes partes del cuerpo, siameses creo que los llamaban.

Había también personas mayores del tamaño de mi hermano Jaime, y eso que tiene cuatro años, y un hombre tan alto que te dolería el cuello cada vez que lo miraras a la cara.

Después le llegó el turno a la parte verdaderamente escalofriante de toda la sala.

Estaba en una pequeña habitación aparte, en penumbra, con focos que alumbraban a la criatura directamente.

Era lo único vivo en la sala de los misterios de la naturaleza.

La guía presentó a la criatura como Laobregón.

Ninguno de la clase había visto algo tan espantoso en su vida. A su lado, el pez que nos había parecido tan cómico perdía toda su extrañeza.

Iba vestida de forma grotesca, como si fuese una adolescente disfrazándose para parecer moderna o sofisticada y solo consiguiera un intento hortera.

Tenía unas piernas delgaduchas y torcidas y las poses que adoptaba mirando a los focos aún le destacaban más aquella deformidad.

La guía nos contó que aquellas luces eran las que la mantenían con vida, que, por algún motivo que los científicos no entendían, si aquellos focos dejaban de alumbrarla comenzaba a agonizar.

Nadie sabía la edad que tenía Laobregón, le habían hecho todo tipo de análisis pero todo lo que funcionaba con las demás antigüedades con ella arrojaba datos confusos.

Lo que más escalofríos nos dio fue cuando nuestra profesora contó que durante el solsticio de verano, sin una razón aparente, Laobregón se quitaba toda su ropa y se quedaba solo con dos minúsculas prendas interiores.

La imagen de aquellos dos globos hiperinflados flotando al descubierto sobre las piernecillas de alambre me perseguirá en sueños durante el resto de mi vida. Estoy seguro.

Para terminar de dejarnos pasmados, la guía confirmó que la historia de la profe no era leyenda sino realidad y que ella misma había presenciado semejante ritual en los diez años que Laobregón llevaba en el museo, y que absolutamente nadie le encontraba un significado.

En ese momento, María se ha acercado demasiado a la urna y la profesora le ha reñido y, para asombro de todos, Laobregón ha soltado una risotada y ha dicho algo así como: Soy bióloga.

Todos salimos despavoridos y aún no se me ha quitado el susto del cuerpo. Estoy seguro de que esta noche tendré pesadillas con la criatura de edad indefinida de la sala de misterios de la naturaleza.

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Victor Mancha
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 Muy bueno xD ¡Que mala leche puedes tener a veces, Ángeles! 

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jane eyre
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Si es que no hay nada como ponerse jajajajajjja

 

 

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Aldous Jander
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Lo leí en otro lugar, imagino que en H-horror, pero no sé si te dí mi opinión. Por si acaso aprovecho: divertidísimo .

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jane eyre
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Gracias XDD

 

 

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