Cenital

Imagen de Óscar Bribián

Reseña de la nueva novela de Emilio Bueso publicada por Salto de Página

 

No viene mal que nos den una bofetada a tiempo. A todos, no solo a los niños. A todos nos hace falta que nos abofeteen con imágenes inclementes, con discursos persuasivos, mientras comemos ante una televisión de plasma que muestra niños hambrientos, mientras leemos un reportaje de guerra en una revista o mientras leemos un buen libro. Porque eso es Cenital, una novela que, ante todo, pretende darle una sonora bofetada al lector, para que espabile o, al menos, para que sepa que la sociedad en su conjunto debe espabilar, si es que estamos a tiempo y a los más poderosos les puede llegar a interesar, para evitar el derrumbamiento de una torre de Babel que empieza a oscilar con el viento.

Tras una magnífica portada, sugerente y muy representativa, aparece una novela de anticipación, una mirada dura y triste hacia un futuro apocalíptico –una gravísima crisis energética basada sobre todo en el rápido agotamiento y encarecimiento del petróleo- quizá más cercano de lo que creemos, o eso es lo que pretende hacernos creer el autor a través de Destral, el protagonista que, en uno de los cauces del libro, intenta incitar a los visitantes de su blog a que formen parte de una cooperativa agraria sostenible con la que él pretende afrontar el colapso societal, el cual augura con múltiples argumentos a lo largo de las páginas.

Cenital es un río con tres cauces diferenciados. Por un lado aparecen los capítulos pertenecientes a la etapa profética, los comentarios que deja Destral (quien dirige un satélite espía del gobierno) en su blog antisistema, cargados de mala leche, argumentos de diversa potencia (con algunos disentiremos, otros nos harán reflexionar muy en serio), con un lenguaje discursivo que no desentona dado el contexto.

El siguiente cauce es la presentación pormenorizada de los personajes que pueblan la novela, independientemente de su importancia para la trama, un capítulo para cada uno. Bueso perfila una multitud de personas afectadas por un momento terrible, que les exige cambios a nivel emocional debido a la crisis de valores y la barbarie que se cierne por doquier. De este elenco de personajes desiguales destacaría dos de ellos. Braqui, por la singular manera en que el autor retrata su durísima vivencia, añadiéndole un componente poético que está ausente en la mayor parte del resto de personajes, y el otro destacado sería Carnaval, no tanto por su fondo psicológico, sino por lo efectista de su situación, un hombre que caza con una escopeta de perdigones ubicado en una de las torres de un inoperante aeropuerto que jamás vio avión alguno.

El último cauce es el principal, es decir, la historia de la eco-aldea fundada por Destral y Agro. Los momentos de los primeros preparativos llevados por ambos me parecen de lo más destacado de la novela. Cuando el hundimiento del sistema tiene lugar, suceden los disturbios en las ciudades, luego las hambrunas y más tarde las guerras, o más bien guerrillas o emboscadas, por los suministros. Resulta muy interesante descubrir cómo el autor, con su peculiar voz cargada de realismo sucio y directo, sin ambages, explica los procesos del derrumbamiento de la sociedad actual y sus efectos más inmediatos.

Sin embargo, hay un aspecto que me ha convencido menos. Resulta difícil asimilar que en apenas dos años la sociedad, tras el colapso, involucione tan enormemente y se extingan tan rápido determinados organismos públicos y privados. Tras una brillante descripción de cuanto pudiera ocurrir durante el colapso, las consecuencias posteriores, las que, a mi juicio, pudieran verse en el peor de los casos al cabo de las décadas, me parecen excesivas por su prontitud. En la novela se abre una nueva etapa de oscuridad que precipita una marcha atrás en la Historia mucho mayor de lo que supusieron las traiciones, las invasiones bárbaras o el creciente y peligroso estatus de los foederati para el Imperio Romano. Y esta marcha atrás no sucede en un siglo, sino en un año. La civilización del siglo XXI da un salto hacia atrás tan profundo y drástico que puede resultar inverosímil para el lector. Comienza una época verdaderamente despiadada. De pronto, uno tiene la sensación de pasar de un momento de crisis societal a verse inmerso en un ambiente más parecido a un Mad Max, o un Señor de las moscas, en apenas unos meses. La barbarie que Emilio Bueso nos narra, transmitiendo acertadamente esa sensación de abandono y descontrol a nivel global, sería más creíble en unas circunstancias que permanecieran en el tiempo en un plazo mayor, quizá unas décadas.

Cabe señalar que la novela está aderezada con multitud de citas de ecólogos, profesores, escritores y ensayistas varios que nos advierten del peligro de un cercano colapso o de la naturaleza del ser humano. Lo considero un punto muy positivo que le da enjundia a la obra y a su intencionalidad.

Por todo lo anterior, Cenital me ha parecido una buena novela, de ella se pueden extraer muchas reflexiones a la vez que avanzamos sin obstáculo por sus páginas. Un libro capaz de leerse en una sola tarde. Un libro para recibir bofetadas.

Espacio patrocinado por

Nocte - Asociación Española de Escritores de Terror

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