La asimetría entre escritores e ilustradores

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Reflexiones sobre la odiosa comparación entre estos dos oficios que a veces cruzan sus destinos

Estos días he empezado a mover fichas para un proyecto largamente pospuesto: el lanzamiento de la primera novela ambientada en Megazoria a través del sistema de crowdfundig. Es un motivo como otro cualquiera para retomar este blog y, también, para hablar de la relación entre escritores e ilustradores, ya que una de las primeras gestiones en las que estoy metido es encontrar portadista. Sobre este tema concreto ya hablaré más adelante. De momento, quería compartir algunas reflexiones y experiencias propias sobre ese tándem escritor / ilustrador.

Lo primero que me ha llamado la atención es que da la impresión de existir una relación jerárquica en nuestro imaginario colectivo, la idea de que el ilustrador —sobre todo si “solo” es portadista— está supeditado al escritor. Debe de ser algo muy arraigado, porque recuerdo que de crío, gran lector de los cómics de Conan el bárbaro, aprendí mucho antes quién era Roy Thomas que John Buscema, a pesar de haber leído más de este último. Supongo que se debe más a quién toma la palabra que a posibles prejuicios infantiles —sobre todo porque, en aquel entonces, yo dibujaba y escribía por igual e igual de mal—.

Algunas conversaciones muy posteriores, en las que ilustradores me comentaron su experiencia en sellos donde ellos estaban supeditados a las composiciones de página del diseñador / maquetador parecían confirmar esta idea, pero, al final, esta no resulta más que un espejismo. Un espejismo que, además, por lo que he visto estos días en los foros de ilustradores, genera situaciones sonrojantes, como que un escritor que todavía no haya publicado ni un mal relato vaya ofreciendo graciosamente a artistas con toda una cartera a sus espaldas trabajar para él, como quien te hace un favor por dejarte firmar tu propia obra en la cubierta de una novela que tal vez nunca vea la luz.

Lo que es evidente es que existe una brecha, pero quizás no la que pensamos a priori. De ahí lo del espejismo. Estoy convencido de que esto cambia con la posición de cada uno en la pirámide editorial, y que igual que a Arturo Pérez-Reverte no le dicen cuántas páginas tiene que tener su próxima novela a Luis Royo tampoco le exigirán que se adapte a un tamaño o una técnica por imperativos de una colección. Pero lo que está claro es que al nivel que me he movido yo, mayoritariamente, el pez pequeño no es ni mucho menos el ilustrador.

En los sellos que he conocido que trabajaban con ilustradores profesionales de un modo profesional —porque de todo se ve, o se rumorea, incluso agenciarse ilustraciones por Internet sin tener los derechos pertinentes—, estos cobraban, por lo general antes de la publicación del libro y por una portada, cantidades que superaban lo que iba a cobrar el escritor (o escritores) por derechos de autor en el improbable caso de que se vendiera toda la tirada. Y, por supuesto, al año del lanzamiento del libro. Como decía un colega escritor cuyo hermano era ilustrador, sale más a cuenta dedicarse a esto último.

Por supuesto, hay matices, y lo que pone de manifiesto este particular es, sobre todo, que los escritores, por regla general, tragamos mucho más que los ilustradores. Tampoco creo que merezca la pena entrar en equilibrios de mercado de oferta y demanda. Además, juzgar comparativamente trabajos artísticos —o como mínimo artesanales— tan dispares es tan complicado como arriesgado. Voy a evitar, incluso, entrar en apreciaciones sobre si es más difícil escribir de un modo profesional o ilustrar de un modo profesional.

Sí que hay algunas cosas que están claras: el gasto de material suele ser muy superior en un ilustrador que en un autor. El primero se apaña con un ordenador que, salvo raras excepciones, ya tiene para otros menesteres, mientras que el segundo gasta en fungibles o invierte en accesorios para el ordenador que, de algún modo, tiene que amortizar. La cantidad de veces que se abandonan al amor al arte —que lo hacen, como hemos tenido la suerte de experimentar en Saco de huesos y, muy particularmente, en Calabazas en el Trastero— tiene que limitarse si no quieren arruinarse, está claro. Es mera aritmética. De hecho, los propios escritores también deberíamos planteárnoslo de vez en cuando, porque el tiempo, qué demonios, tiene su valor y sus costes asociados.

En cualquier caso, no creo que esto sea el motivo principal que marca perspectivas tan distintas, sino la propia naturaleza de lo creado. Un escritor, para valorar si le gusta el trabajo de un ilustrador, solo tiene que mirar su galería de ilustraciones. Aunque algunos matices se le escaparán —como el potencial de una ilustración para hacer de cubierta, algún tema de perspectiva o proporciones, etc.—, tendrá rápidamente una imagen clara de si es lo que busca o no.

Por el contrario, ¿qué puede hacer el ilustrador? Puede catar tus textos y tu propuesta de proyecto, pero para tener un conocimiento lo bastante sólido sobre tu obra va a tener que invertir un buen puñado de horas de lectura —a no ser que te descarte rápidamente, claro—. Después de llevar años en comités de lectura os aseguro que no es una tarea ni grata ni ligera. En el caso de un ilustrador de talento, que puede recibir un buen puñado de propuestas de colaboración cada mes, se convierte en misión casi imposible. Sobre todo si tenemos en cuenta que una ilustración hecha ex-profeso para un texto no es tan fácil de reciclar para otro proyecto como el texto en sí, con lo que, si las cosas salen mal, el que tiene más papeletas para quedarse bloqueado es el ilustrador.

Hay una asimetría evidente, no pasa nada por señalarlo ni hablarlo. Es más: deberíamos ser conscientes. Yo, como escritor, entiendo la frustración que se puede sentir cuando tienes un trabajo en el que has metido mucho tiempo y no encuentras a un ilustrador no ya que se apasione, sino que tenga el tiempo o las ganas siquiera para evaluarlo. Puede llegar a ser tan complicado como encontrar editor. De hecho, es normal que estos terminen poniendo en contacto a unos y otros en muchas ocasiones.

Al final, como con todo, vale la pena ponerse en el pellejo del que tienes delante. Es un modo aproximado de hacerte una idea más precisa de todas las implicaciones, de tener una imagen más completa, ¿no?

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Canijo
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Pff, no es fácil comentar sobre este tema si uno no está tan metido en el mundillo como por ejemplo tú, Kachi, pero que nada fácil. O bueno, más bien, no es nada fácil si a uno le da cosa meter la pata, porque si no le importa es fácil decantarse por uno u otro bando según sea el propio.

Leyendo lo que has escrito (y aprendiendo con lo leído; muchas gracias por ello), uno se da cuenta de que sí que existe una cierta simetría entre escritores e ilustradores, el hecho de que hayas dado casi la misma cantidad de argumentos a favor de unos y otros lo indica. También, eso sí, está lo de la profesionalidad, semiprofesionalidad o puro y simple amor al arte. Creo que es ahí donde está la verdadera asimetría, cuando uno de los dos está a un nivel de profesionalidad (o reconocimiento, algo que puede parecerse el algún caso pero que en ninguno es lo mismo) muy diferente al otro.

Por mi parte, la única vez que he tratado este tema de tú a tú con un ilustrador para uno de mis trabajillos ha sido con Nogales a cuenta de la posibilidad de sacar una saga de bolsilibros en electrónico. En este caso creo que el nivel de profesionalismo o amateurismo de ambos es parecido, así que no hubo problemas a la hora de hablar de porcentajes (porcentajes de algo que es casi cero, que todo hay que decirlo): ¿cuánto tardas en hacerme una portada? La conclusión es que tardaba más menos lo mismo que yo en escribir un capítulo y, teniendo en cuenta que las susodichas novelitas tenían diez capítulos y, ajustando al alza por aquello de los costes de materiales, me daba un 10% para él y un 90% para mí de todo beneficio que se pueda sacar con esta historia. No sé si es justo o no, pero como el tema está tan parado, quizá no importa. Además, teniendo en cuenta que ambos somos colegas, es fácil llegar a un acuerdo o cambiar lo pactado si hace falta, cosa complicada sin esa falta de conocimiento, contacto personal y amistad de la que te hablo.

En fin, un placer leerte, socio.

 

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Patapalo
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Canijo dijo:
es fácil llegar a un acuerdo o cambiar lo pactado si hace falta

Al final, esto es lo más importante y lo que debería regir todas las relaciones profesionales: los acuerdos. Si las dos partes se sienten cómodas por igual, es más fácil que el proyecto llegue a buen puerto y que los dos se sientan contentos con el resultado (lo que no siempre es evidente).

Y, sí, en efecto depende mucho de las personas, más que los gremios. Por eso espero que la gente se anime a comentar sus experiencias de uno u otro lado. Personalmente, con Nogales yo siempre me he quedado muy contento por eso de haber hablado compromisos a priori y luego ver que los cumple. De hecho, es una de las cosas que me pena de que no saliera la antología de vaqueros del Círculo de Escritores Errantes.

Muchas gracias por comentar, compañero.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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salino
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Hola, después de tanto tiempo no he podido evitar pasarme por aquí al ver esta reflexión que haces. 

Hace un tiempo nos pusimos en contacto sobre este tema en particular. Por desgracia me cogió en un mal momento donde, debido a males mayores, no te pude seguir mandando dibujos. Una lástima y lamento la falta de comunicación por mi parte, ya que lo dejé correr demasiado.

El hecho es que sí hay mucha simetría entre ambos oficios, según mi opinión, pero es complicado que un proyecto personal de uno, terminado y finiquitado, mueva al otro a apostar por él sin haber intervenido en su evolución. Y más difícil si el último en incorporarse lo debe hacer por amor al arte; ya sea escritor o ilustrador. El dinero. No hablo de un % porque es pedir confianza sobre un asunto que te tiene que dar de comer. 

Ambos oficios convergen en el mismo secreto del éxito: trabajar mucho por poco y gastar menos para llegar a fin de mes. El arte visto como oficio no tiene término medio, o eres muy bueno o te quedas en el banquillo machacándote hasta que llega la oportunidad. Es un placer hacer estos trabajos por amor al arte o solo funcionarían las grandes editoriales, claro. Hay que aprovechar estas colaboraciones para innovar y crecer; es ley de vida.

El tema del tiempo de trabajo, ya que lo mencionas, sí es diferente en ambos casos. Ambos deben documentarse, ambos deben invertir horas en borradores e incluso cruzar los dedos para no encontrarse con callejones sin salida. Lo que ocurre, y lo digo por propia experiencia, es que el ilustrador lleva ejerciendo el oficio desde antes que el escritor, desde muy niño. Al cerebro le es más fácil componer imágenes que capítulos de 2000 palabras. Sí, es más fácil. El ojo está entrenado a aceptar la estética y almacenar imágenes las 24 h del día. Es un lenguaje más automático que el de escribir, y ya no digamos el ojo de un profesional con talento. 

Hay simetría a la hora de crear y de prepararse, pero aparte están los acuerdos entre ambos artistas: un acuerdo económico, un acuerdo de límites en la interpretación, un acuerdo de confianza, de formato, de tipografía... Ahí está la asimetría, cada persona tiene sus límites. Ambos son artistas con proyectos personales, no te creas. Lo que ocurre es que el ilustrador puede acarrear con ellos sin riendas, sin acuerdos, y el escritor necesita de una portada para su libro.

Yo, como ilustrador, me es más fácil y me cuesta menos tiempo hacer un dibujo para cualquier obra libre de derechos de autor que a un escritor conseguir una imagen libre de derechos que contenga la deseada portada de su libro. Es un handicap que tiene el escritor, por ello el ilustrador tiene más libertad de elección y más oportunidades de trabajo.

Bueno, no quiero irme más por las ramas. Si el escritor se autoedita o se autopublica, debe tener claro que debe invertir un gasto en portada, maquetación, publicidad, edición, corrección... aunque no sea un gasto económico, hay trabajos que se pagan con la amistad, con la ilusión, con la experiencia. El escritor que depende de una editorial para estos menesteres es otra cosa, y a no ser que sea un escritor muy conocido, la editorial elige la portada (aquí hablo por comentarios de ilustradores conocidos).

La realidad es que El ilustrador y el escritor quieren lo mismo: contarnos una historia usando su lenguaje. Aquí sí hay simetría. También necesitan talento, horas de estudio, levantarse cada vez que se caen, conocer sus herramientas, la necesidad de un público y su feedback... Creo que todos deberíamos, como tú bien dices, mirar desde la perspectiva del otro.

Un placer visitaros y charlar sobre estos asuntos. Por último te diré que me encanta dedicarle tiempo a una obra creada con ilusión y mucho trabajo, aunque no conectes con ella, siempre aprendes algo porque ves la obra desde atrás y no como lector. Espero que tengas suerte en tu búsqueda de portadista y que salgan bien tus proyectos. Un saludo 

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Patapalo
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Muchas gracias por el comentario, compañero. Y de esto no hacía falta ni decir nada:

salino dijo:

Hace un tiempo nos pusimos en contacto sobre este tema en particular. Por desgracia me cogió en un mal momento donde, debido a males mayores, no te pude seguir mandando dibujos. Una lástima y lamento la falta de comunicación por mi parte, ya que lo dejé correr demasiado.

Ya me advertiste en su momento que ibas muy copado y que no te podías comprometer a fechas ni nada, así que no te des mal. Yo también he estado bastante desaparecido. Espero que llegasen a buen puerto las cosas que llevabas entre manos.

 

 

 

salino dijo:
La realidad es que El ilustrador y el escritor quieren lo mismo: contarnos una historia usando su lenguaje. Aquí sí hay simetría. También necesitan talento, horas de estudio, levantarse cada vez que se caen, conocer sus herramientas, la necesidad de un público y su feedback... Creo que todos deberíamos, como tú bien dices, mirar desde la perspectiva del otro.

Totalmente de acuerdo. Al mismo tiempo, hay dinámicas y detalles que a veces no vemos. A mí, por ejemplo, no se me había ocurrido lo de que de ilustrador se empieza a ejercer antes, o que el ojo está continuamente trabajando. Por eso se agradece que compartáis experiencias.

Lo de la sincronía en un proyecto creativo es un tema que daría mucho que hablar. Efectivamente, lo ideal es poderse implicar ambos en el proceso creativo y hacer un proyecto común, pero es difícil que llegue la chispa a ambos a la vez. Excepto cuando partes de cero porque quieres trabajar con otra persona o porque estáis a calzas revueltas por otros temas, lo normal es que uno de los dos tenga una idea y busque apoyo en otro (o no).

Megazoria, por ejemplo, no es un proyecto terminado y tiene espacio para la creatividad de otros autores (escritores, ilustradores o lo que sea). Es más, si busco un ilustrador en vez de poner una portada neutra (como podría ser una runa, o el título sin más, o un diseño estilizado) es porque creo que se verá más completo con esa aportación. Al mismo tiempo, es evidente que si el ilustrador no lo ve suyo, hay un desequilibrio: en vez de un trabajo compartido tenemos uno realizado por un autor para otro.

Supongo que es muy personal lo de hacer un universo ajeno algo propio. Por fortuna o desgracia, es posible: ahí tenemos por ejemplo el Conan de Robert E. Howard y la cantidad de artistas que lo han hecho suyo, desde Frazetta a Roy Thomas. Ahora la cuestión sería, quizás, como se plantea algo así. ¿Tú qué opinas?

 

ps.- Personalmente he tenido la oportunidad de escribir en un par de ocasiones sobre ideas, ilustraciones e incluso guiones de otra gente y la experiencia, como dices, es enriquecedora, pero es verdad que no he terminado nunca de hacer esos proyectos míos, aunque tampoco fueran encargos propiamente dichos y se hicieran por amor al arte.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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salino
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Patapalo dijo:

Supongo que es muy personal lo de hacer un universo ajeno algo propio. Por fortuna o desgracia, es posible: ahí tenemos por ejemplo el Conan de Robert E. Howard y la cantidad de artistas que lo han hecho suyo, desde Frazetta a Roy Thomas. Ahora la cuestión sería, quizás, como se plantea algo así. ¿Tú qué opinas?

Pues en el caso de Frazetta, por ejemplo, era un ilustrador que comenzaba a subir en la cresta de la ola tras sus portadas en ACE de Burroughs. Lancer, que tenía los derechos de las obras de Howard (del cual ya era tan reconocido como Lovecraft y se había publicado "Pigeons from Hell" en una serie televisiva) le ofreció al iustrador el doble de lo que ganaba y además, cosa extraña en la época, le devolvían los originales de las ilustraciones.

Según palabras del artista «Conan apareció justo en el momento apropiado» «Esto es diferente, aquí está el trabajo ideal para mí y voy a demostrar a todo el mundo lo que puedo hacer cuando me lo propongo». Naturalmente lo logró, siendo considerado por el gremio el mejor portadista del mundo. Osea, la aceptación a colaborar en el proyecto en su caso fue: dinero, respeto y una oportunidad para revolucionar el mundo de la ilustración actual.

No hay mucho secreto. Frazetta vio la oportunidad de crecer económicamente y ganarse un escalón en el pódium de los inmortales trabajando para la editorial y el autor cohete del momento.

Si las novelas de Conan no hubieran sido ilustradas por él no sé si hubieran tenido tal acogida, casi seguro que hubieran pasado por otra novela Pulp más, en la era dorada de las novelas Pulp… esto son simples conjeturas.

Osea, por desgracia, si un escritor desconocido, sin una editorial importante que lo avale, quiere a un buen ilustrador como portadista, deberá pagarle sus honorarios y mimarlo como a una cría de Dodo. También puedes seguir visitando los portales de ilustradores y dar con alguien que esté trabajando en el tipo de portadas que buscas y plantearle el trabajo de la forma más sincera posible, sin engatusar. Esa es mi opinión.

Sé que hay muchos ilustradores que no se ganan la vida con su arte, tengo muchísimos amigos que se quejan del “Hola, qué hace. ¿Me haces una portada gratis o qué haces?” o de que bajen sus honorarios a menos de la mitad y luego realicen hasta diez ilustraciones por la mitad del precio de mercado, a la mitad y comen la mitad. Yo, sinceramente, creo que el ilustrador que no tiene trabajo, se podría decir el verdadero artista, debe aceptar proyectos donde tenga libertad, sin pago de por medio, y darse a conocer de esta manera en editoriales o usar esta ilustración para su book e ir creciendo sin esperar que los peces gordos salten a su barca. Relacionarse. Yo colaboro siempre que puedo, naturalmente si me atrae el proyecto, pero a veces la vida real te sacude y no das para más. Sobre todo en estos momentos de escases que asfixian a los sueños.

Otro paso, que algunas nuevas editoriales hacen para ahorrarse un dinerillo y tener varias opciones, es hacer un concurso. Llamar la atención a bombo y platillo sobre un concurso de ilustración donde el ganador será seleccionado para la portada del libro, además un premio en metálico. Pero esta opción te puede salir por la culata.

Por cierto, supongo que ahora buscas un portadista para una novela basada en Megazoria, pero no sé si es pagando o si cobraría al terminar el crowdfunding. Supongo que no es por adelantado, o no tendrías problemas para encontrarlo. Tal vez funcionaría un vídeo tuyo explicando el proyecto y moverlo un poco por las redes sociales a ver si alguien más participa. Algo que puedas usar para conectar con los ilustradores, a veces la sinceridad y el cara a cara es la mejor opción para que a uno lo escuchen. Comienza el Crowdfunding sin portada, con un logo y cuando tengas el dinero del mecenazgo pues eliges al ilustrador.

Bueno, yo ahora estoy muy liado con mi trabajo y con una web serie que tengo entre manos, además de algunos compromisos cerrados para portadas y carteles. Cuando las aguas se calmen un poco te mando un correo para ver si puedo echar una mano.

Un saludo y suerte con Megazoria, estaré atento al crowdfunding.

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Patapalo
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Muchas gracias, compañero.

salino dijo:

Por cierto, supongo que ahora buscas un portadista para una novela basada en Megazoria, pero no sé si es pagando o si cobraría al terminar el crowdfunding. Supongo que no es por adelantado, o no tendrías problemas para encontrarlo. Tal vez funcionaría un vídeo tuyo explicando el proyecto y moverlo un poco por las redes sociales a ver si alguien más participa. Algo que puedas usar para conectar con los ilustradores, a veces la sinceridad y el cara a cara es la mejor opción para que a uno lo escuchen. Comienza el Crowdfunding sin portada, con un logo y cuando tengas el dinero del mecenazgo pues eliges al ilustrador.

Sí, a priori es lo que busco: portadista para la primera novela. Al principio había pensado montar la cubierta con alguna ilustración libre de derechos (tenía echado el ojo a un par), luego pensé que un ilustrador propio daría un toque más vivo al proyecto y le permitiría dar forma. Luego me dije que lo ideal sería alguien que quisiera formar parte del conjunto de Megazoria, aportar su visión también.

De momento no estoy cerrado a ninguna alternativa y tampoco se puede decir que esté teniendo problemas para encontrar ilustrador (he hablado con uno, y en ello estamos, en hablar). Sí que es verdad que no ando sobrado de pasta para poner por adelantado y que en una primera aproximación había pensado repartir los posibles beneficios del crowdfunding con el ilustrador, en plan ley de abordo, que soy muy piratil. Pero, a fin de cuentas, esta aventura tiene más de aprendizaje que de proyecto ya delimitado. Al menos, en esta fase. Tengo una media docena de obras terminadas y, ahora, me parece una buena alternativa explorar este camino. Ya os iré contando qué tal.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Crocop
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Yo os cuento cómo fue la cosa con "Alimañas".  Demonio Jean Gilbert Capietto es un egocéntrico intratable pesetero que....Lengua. No, no, no...  es bromaLengua .

En realidad, la cosa fue, por lo que yo puedo decir, perfectamente. Nos puso en contacto nuestro esforzado editor Patapalo, quien es amigo suyo desde hace mucho tiempo y había trabajado con él en un proyecto anterior. En este caso, el libro, en su primera versión,  venía de una agenda en la que, además de los textos, yo tenía unos garabatos a boli y, por tanto, una idea visual, tan torpe como se quiera, pero ya establecida, de la acción.

Sin embargo, cuando en Saco de Huesos dijeron de poner un ilustrador de verdad en el proyecto, me encantó la idea y en seguida nos entendimos. Patapalo, igual se equivocó, que por muy autorazo y editor que sea, no siempre acertará, y pensó que, pese a mis dibujos cutres, en el texto sí había fuerza y potencial para publicarlo. Se implicó hasta el punto de corregirlo, maquetarlo, editarlo, formar el equipo... Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Capietto fue muy comprensivo con el texto, parecía simpático y buena gente y, a sus dibujos me remito, evidentemente es un tío que sabe y que tiene talento.  Y sí, es simpático, buena gente y desde ahora, le considero también amigo mío.  En cuanto encontró un hueco, se puso a currar en las páginas. Creo que ese intervalo vino bien, porque la sensación que dan sus dibujos es la de estar madurados antes en su cabeza. No puedo asegurarlo, que conste. Igual no pensó en el cuento hasta que se puso finalmente a hacer las imágenes.

Desde ese momento, Necros, Ego, Siervo y compañía ya no eran solo míos, sino  de ambos. Eso supone tener un lector que interioriza la historia y da su visión en un lenguaje diferente, una gozada. En este caso hizo mucho más que una labor ilustrativa y ya me es imposible pensar en "Alimañas" sin esa interpretación visual. Desde el primer momento le dije que, en lo que  a mí respectaba, lo enfocase como mejor le pareciera (estaría bueno). No por una cuestión de hacerme el enrollao, sino porque, obviamente, el libro resulta mejor así que si voy y le digo que haga esto o lo otro (aparte de que no me habría hecho ni caso, como es lógico y natural; el no me dijo a mí que, entre los gatos, metiera, por ejemplo a un ornitorrinco porque le apeteciera dibujarlo). Le envié alguna que otra foto y respondí lo mejor que supe a sus dudas sobre pasajes concretos, entre bromas y caricaturas por correo.

Él rebasó con mucho lo esperado, haciendo crecer las ideas y aportando otras muchas (Tormenta bajo un coche, con la imagen sangrando, goteando toda ella, todavía me flipa cada vez que la veo; Sol y ella formando una simetría perfecta; Siervo lanzando la última mirada desde la verja, sabiendo que se dirige hacia una muerte segura me sigue sobrecogiendo; la desolación de los paisajes urbanos en los que los animales, apenas conscientes, son una parte más del sufrimiento emocional; y... Risa cachondauna rata metida en una caca que, sin embargo resulta simpática...). Hasta hay ilustraciones que no cupieron en la versión definitiva. Era un gustazo, algo increíble de experimentar el ver el trabajo que iba llegando, en el que se notaba que había horas, ilusión, curro y talento. Creo que poco importa que en principio fuera el verbo; ilustraciones y texto empastan perfectamente, entre otras cosas por la labor de maquetación y ya conforman un todo.

Tengo un dibujo a color suyo enmarcado en la estantería en el que aparece la protagonista, Tormenta. Fue tan amable como para enviármelo por correo. Es una gata callejera que perdió un ojo y la mitad de su cara al poco de nacer, enfrentándose a su propia madre para seguir viva. Aquella gata llevaba diez años en mi cabeza. Siempre había pensado que su lado roto era una cicatriz llena de huesos y colmillos, una cuenca vacía, sin piel, con la carne cicatrizada.

Jean Gilbert Capietto me enseñó que no era así en absoluto, y entonces entendí mi propio libro. En sus dibujos tiene, simplemente, esa mitad de sí misma tachada, con un trazo, nervioso y embarullado en medio de la perfección realista con la que aparece reproducida por lo demás. Su lado destrozado"como el corazón de un impostor" no es físico. Es una abstracción. Ahora lo sé.

 

Gracias Jean Gilbert.

Ferrum ferro acuitur

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Crocop
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Por otra parte, respecto a cómo veo la relación en el ámbito del cómic...

Creo que hay dos polos en cuanto a  autores literarios  a los que nadie representa mejor que Alejandro Jodorowsky, por un lado  y Alan Moore por el otro. Ambos han escrito un buen montón de obras maestras reconocidas del género, pero, mientras que a Alan Moore todo el mundo le reconoce el mérito, el de Jodo  suele ser para el dibujante de cada una de sus sagas.

 

Esto es porque Moore escribe unos textos tan elaborados y cerrados que los dibujantes suelen tener que ceñirse a ellos al milímetro, con lo cual, el relato queda muy bien rematado, pero no siempre resultan ricos y espectaculares visualmente. Moore ha trabajado muy pocas veces con dibujantes  ya consagrados y, cuando intentó Big Numbers con Sienkiewicz, el autor de Stray Toasted dejó el proyecto a los dos días echando pestes, y luego su sustituto se agobió hasta el punto que pasó de seguir y se metió de cocinero. Por muy bien que dibujen mr. Gibbons o mr. Campbell, en Watchmen, como en V de Vendetta o From Hell, lo que siempre se destaca es lo elaborado de la historia y de cómo está cargada de detalles.

A Jodo le suele ocurrir al revés. Nadie ha colaborado con tantas super estrellas del dibujo como él: Manara, Moebius, Giménez, Boucq, Bess, nuestros Víctor de la Fuente y Das Pastoras... Sin embargo, o quizá por eso, él lo que suele hacer es ponerse totalmente al servicio de su dibujante. Esboza la narración y deja en manos del autor visual interpretarla a su manera, dándole además un montón de elementos visuales con los cuales trabajar e interpretar a su manera. Nadie puede negar que Juan Solo, El Incal, Los Metabarones, Megalex, El Lama blanco, El corazón coronado o Los Borgia sean otras tantas obras maestras, Ni que Bouncer y Alef-Thau  sean series de personaje con un éxito tremendo, pero suele achacarse a sus respectivos dibujantes en lugar de al guionista, lo que quizá sea injusto. Desde luego, él tiene algo que ver en el hecho de que las obras más importantes y recordadas de muchos de los dibujantes de mayor éxito de la actualidad, estén hechas sobre textos suyos.

 

Entre medias, hay muchos tonos de grises. En cualquier caso, creo que cada vez se piensa más en términos de tandem, o de escritor con una serie de dibujantes, puesto que su labor permite elaborar un mayor número de proyectos. Ahí están Ennis/Ezquerra; Morrison/Quitely; Brubaker/Philips;  Hill/Rodríguez...

 

 

Por cierto, que me encantaría escribir un cómic. Uno no, veinte docenas. Es un medio que me encanta. Si alguien que dibuje quiere un guionista para presentar un proyecto a editorial, o hacer algo para el concurso del Fnac o lo que sea, que sepa que yo encantao de la vida e igual es cuestión de hablarlo. Razón aquí.

Ferrum ferro acuitur

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