Reto Nº 6: Descripciones descriptivas

Jane dijo: no puede ser uno que ya exista, ni real ni imaginario

pregunta:

real vale, pero imaginario? no creo entenderlo del todo, te refieres a que no vale nada iamginado por otro que no seamos cada uno de lso participantes?

Ups, se me olvidaba el problema del hipertexto. Bueno, se lee bien lo de abajo; siento el desaguisado xD

bien

A ver, el personaje debe ser propio y no valen personas reales ni imaginarias (peter pan, drácula...)

Jane, me estás diciendo que Peter Pan,  ¿no existe?  ¿ni Drácula?

Me encanta este reto. Preparaos mortales, pues describir es, modestia aparte, una de mis mejores virtudes. MUAHAHAHA.

Lo he escrito en un "tirón". Félix, bienvenido al Taller.

El era un hombre alto y aterrador, como un ogro tan musculoso que termina viéndose deforme. Hombros gigantescos, pecho marcado y velludo por lo se apreciaba con su camiseta sin cuello. Y hablando del mismo, corto, pero grueso cómo el resto de su cuerpo.

Cabeza bastante cuadrada. Su cara marcada con arrugas junto a los delgados labios, varias en la frente y unas profundas patas de gallo detrás de los ojos. De nariz grande y ancha entonando con el resto de sus facciones.

Se rascaba la barbilla, mal rasurada. Y en cuanto a sus ojos, se mostraban con poco brillo. Los mantenía entrecerrados, talvez cómo muestra de aburrimiento o presunción.

Entonces noté bajo su manga derecha cómo su brazo se encontraba mutilado, con carne surgiendo esporádicamente en lo que parecía un complejo mecanismo, lleno de pistones y gruesos cables moviéndose continuamente. Sentí un asco terrible de ver como esos pedazos de piel se estiraban, se rompían y desaparecían bajo el aparato sólo para volver a surgir de nuevo sobre el metal, cómo un hombre ahogándose que intenta elevarse a la superficie y respirar.

      Bienvenido Ryuko al Taller de Literatura de OcioZero. La dinámica es muy movida en este foro a diferencia de la pudieras encontrar en otros portales. Solemos comentar los relatos de los distintos participantes y dar o nuestros votos pertinentes.

      Espero- y esto lo digo, creo, con la voz de todos los pobladores- que te sientas a gusto.

      ¡¡¡Saludos y éxitos para tu escrito!!!

Aros en mi oreja 

Todavía no me lo podía creer. Ahí estaba, tumbado en ese ataúd, apagado, frío, muerto... ¿Cómo era posible? No parecía él; esto no puede ser verdad...

Siempre le había gustado fardar de su bonito color brasileño, una tez color café con leche, que resultaba la mar de atractivo.

Le habían recogido su pelo tipo rasta en una pequeña coleta, que sobresalía sobre sus hombros, ahora caídos sobre la caja. Sus ojos oscuros color azabache, se encontraban ocultos tras las persianas de la muerte.

¡Siempre me había sorprendido lo mucho que podía decir su mirada! La suya era especial. Dulce y abrigada cuando hablaba de sus amores, y fría y enigmática cuando hablaba de su extraño pasado.

A veces, también tenía una mirada curiosa, encogía los ojos, creándose pequeñas arrugas entorno a la frente. Entonces, sabía perfectamente que me haría una de esas preguntas con intención de saciar su curiosidad, una de esas, que me resultaría tremendamente difícil de responder...,porque seguramente iría sobre mí. 

Su cara ahora estática, había sido un remolino de expresiones. Por eso no parecía él; él nunca estuvo tan parado en toda su vida como lo estaba ahora.

A veces levantaba sus enormes cejas, y al mismo tiempo desenfundaba una amplia sonrisa, mostrando sorpresa por lo descubierto. Se sorprendía fácilmente, debido a que se fijaba mucho en las cosas que se encontraba en su camino, y en todo veía algo nuevo. Era un iluso de los que daba envidia verle vivir.

Sus orejas estaban plagados de aros dorados de diferentes tamaños. Una vez le pregunté el porqué de tanto ornamento, y me contestó, que cada vez que se arrepentía de no hacer algo en la vida, se ponía un pendiente en la oreja.

Así, cada mañana, cuando se miraba en el espejo, se daba cuenta de las cosas que había dejado de hacer; yo me preguntaba cuántos de esos aros tendrían que ver con mi vida, cuantas cosas no me dijo, ni se atrevió a demostrar mientras estuvimos juntos. Pero ahora, como siempre, era demasiado tarde...; yo también tendría que haberme puesto más de un aro en la oreja, por no decirle todo lo que le quise decir . 

Otra de las cosas que me gustaban de él, eran su enormes manos. ¡No sabéis la de cosas que pueden decir unas manos! Sus manos, sus dedos de color oscuro chocaban con el color blanquecino de las palma de su mano. Él era un poco como sus manos, oscuro por fuera y blanco por dentro.

En varias ocasiones, jugamos a interpretar las líneas de las manos. Yo quería hacerle ver, que las líneas de nuestra vida estaban predestinadas a juntarse, igual que lo estaban nuestras manos.

Y ahora que le veo ahí, tumbado, siento un gran vacío dentro de mí, y miró la palma de mi mano..., y sé que nuestras líneas de la muerte también está predestinadas a juntarse...

Ya no me pondré más aros en mi oreja.

   hola soy kitty,andaba por acá y me gusto el foro, entonces prepare esta descripción.

               CATALINA:

  Es una encantadora mujer, su belleza es impactante ,su alma pura hace que la piel de un hombre se erice por completo...

Con una mirada profunda y directa,dulcemente te invita a que compartas un dia con ella.

Interesante y alegre ,como la figura de un hada,se ilumina ,con sus cabellos largos y oscuros ,camina besando la brisa y suspirando se pregunta cuándo va a volver a ver a su amor perdido. 

Cada amanecer, sonríe al despertar, busca el lado positivo a los problemas... No conoce la maldad ni el odio, no enfrenta a la vida sinó la atravieza,sencible y cariñosa ella se demuestra.

Hola! quizá alguno me recuerde del antiguo foro, aunque haya perdido mi apellido. Ya que puedo, saludaré a este con una aportación:

La conocí una noche de octubre, tomando un café en una de las más afamadas cafeterías de la ciudad.

Al principio he de reconocer que me pasó desapercibida: el pelo, fino, castaño claro, enmarcaba una cara bastante mundana, típica, diría yo, si no fuera porque la cara es con mucho lo que más distingue a las personas. Volviendo a ella, no tenía nada que me atrajera demasiado, ni su ya comentado pelo (lo adoro rizado, y el suyo caía directamente desde la raya, situada justo en el centro) o su sonrisa, que no exhibía muy a menudo, y que mostraba unos dientes rectos, blancos como el papel. Aquello reforzaba mi suposición de que había llevado aparato dental. Las manos eran pequeñas, bonitas, sí, pero no he encontrado muchas mujeres cuyas manos no me lo parecieran, a qué engañarnos. Los ojos al principio me parecieron marrones, grandes quizá, pero sin un destello especial: parecía que absorbieran la luz. De su cuerpo, si he de hablar de ello (cosa que un caballero no ha de hacer a menudo, jamás ser, como dijo el poeta, un tenorio) tenía formas agradables, pronunciadas, con los senos, por lo que pude apreciar, levado sólo por mi natural curiosidad, eran blancos, de apariencia suave, como casi toda su piel, pero con ese aire especial que al pecho de las mujeres parece definir. Sus piernas, por último, que apenas pude ver (estaban bajo la mesa, y no tengo por costumbre investigar debajo) no eran muy largas, pero a la proporción sus formas ligeramente curvas resultaba casi artística. Todo esto lo pude apreciar sin parecer impertinente o perturbado (ninguna de las dos soy) ya que ella no estaba hablando conmigo, más allá de nuestra formal presentación. Concentré mi atención en ella, mientras hablaba, en cómo su cuello, excepcional, digno, quizá en el futuro, de unos versos, bailaba al ritmo del respirar y de la conversación. Tenía los labios finos, de un rosado más oscuro de lo normal.

Entonces me miró, fijamente, al intervenir yo en la tertulia. Aquellos ojos que me habían parecido oscuros revelaban ahora matices verdes y pardos, y el pelo parecía ahora vivo, puesto que, fino como era, al girarse había acariciado aquella pálida piel. Pensé que no era ella la que había cambiado, no era ni más atractiva ni menos que hacía unos segundos, si no que mi acostumbrado desdén había caído. Ahora pude observar que sus mejillas se sonrojaban ligeramente al mirar a los ojos a otra persona, su voz, en la que no me había fijado, vibraba en el aire, ni muy aguda, ni muy grave.

Huelga decir que he vuelto a verla.

Ya está editado.

Bienvenido de nuevo al Taller

PD: La próxima vez no copies desde el word, pásalo primero por el blog de notas. Gracias! 

Muchas respuestas ya, genial ¿quien falta?

      Ey, que han pasado solo dos días, espérenme unos dos diillas más, es que ando muy ajetreado. Porfi.