El diablo cojuelo

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Un artículo sobre la obra de Luis Vélez de Guevara que escribí en su día para La Biblioteca Fosca

La obra de Luis Vélez de Guevara no es, como pareciera, una historia en torno a demonios o endemoniados -no en el estricto sentido de la palabra-, sino un retrato social bastante cáustico del Madrid contemporáneo al autor: el del siglo XVII.

Efectivamente, cuando en 1641 el escritor de Écija publicó su novela no quería explotar la vertiente sobrenatural del asunto, como suele pasar con muchas novelas de fantasía, sino utilizarla como ventana abierta para mostrar la humanidad -con todas sus miserias- de sus conciudadanos. Es algo que se percibe en el tono cínico que se destila en su cargada prosa desde las primeras páginas, con esa magistral descripción del protagonista que, aprendiz de gato, busca refugio por los tejados de Madrid después de sus correrías nocturnas propias de su casta de estudiante. Así, ya en el propio encuentro del estudiante en cuestión con el zaguán de un “nigromante” percibimos el amargo poso que, sin duda, su propia condición de descendiente de conversos le había dejado en el carácter.

El argumento en cuestión, por lo tanto, resulta de gran interés a día de hoy para echar un vistazo sin excesivas cortapisas a lo que se cocía por Madrid en el siglo XVII, pues el tono humorístico da pie a transgresiones que hubieran sido difíciles de digerir en otros ámbitos. La prosa del autor, rica en juegos de palabras e inteligente en sus composiciones, aunque sin duda densa para los lectores poco habituados, recuerda en cierta manera a la de otro autor de ese Siglo de Oro, Quevedo. Es un buen motivo ya de por sí para echarle un vistazo al libro y descubrir sus méritos propios.

Otro motivo pudiera ser la “escuela” que fijó. Sin duda, la idea del demonio como guía turistico de un elegido no es propia de Luis Vélez de Guevara. Ya se vio algo similar en Los anteojos de mejor vista, de Rodrigo Fernández de Rivera y, más claramente, en la propia Biblia con las tentaciones a las que el Diablo somete a Jesucristo, pero este enfoque moderno, con su diablo cojuelo (referencia a las patas caprinas que no permiten caminar bien, aunque el diablejo cuente otra historia) encerrado en una botella por las malas artes de un mago, no deja de ser uno de los más populares y de los que mejor ha pervivido a lo largo del tiempo.

En cualquier caso, los puntos fuertes del libro son unos cuantos, y constituirá una lectura más que entretenida para los interesados en la época, sea en su entorno en sí o en su literatura.

 

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Karl Fractal
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Es un excelente libro, como muy bien has dicho, para poder comprender la España del siglo de Oro. Es con estas novelas, con la picaresca, con este tipo de autores, como de verdad se aprehende la realidad social de aquella época y no con Águila Roja ni la princesa de éboli ni con demás series y películas de ínfima calidad. Acartonadas, tendenciosas, en fin, pésimas.

Como también has dicho, alguien no muy ducho o versado en este tipo de obras puede encontrar algo densa la lectura, compleja, a veces indescifrable, pero como todo en esta vida, es práctica lo que se necesita. Siempre he pensado que alguien que sabe leer este tipo de novelas y obras (del XVIII para atrás), puede leer cualquier cosa.

Por si alguien está interesado, hay numerosas ediciones de esta obra. Yo encontré una muy barata, de unos 2 o 3 euros, que viene en un solo volumen junto con el Lazarillo.

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