Comités de lectura

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Un comité de lectura es un grupo de personas, pertenecientes o ajenas a la editorial, que leen los manuscritos que se remiten a esta para ayudar al editor a establecer si le interesa o no publicarlos.

A nadie le extrañará que, dado que el panorama editorial es muy variado, los comités de lectura también lo sean. Por ejemplo, una editorial como Valdemar no necesita a nadie que cribe material porque no están abiertos a la recepción de manuscritos no solicitados. Por el contrario, sí que necesitarán expertos para saber qué nuevas obras encajarán en su catálogo o por qué nuevos autores apostar.

El comité de lectura tampoco es el encargado de dar un veredicto sobre un manuscrito en concreto. Por lo general, lo que hace es analizar el manuscrito y señalar un serie de aspectos sobre el mismo. También puede recomendar o no la publicación del mismo, siempre bajo el prisma de la línea editorial del sello.

Un miembro de un comité de lectura va a evaluar la obra que recibe según distintos parámetros. Estas evaluaciones pueden realizarse a modo de formulario o como un comentario razonado, pero el objetivo es siempre el mismo: valorar si la obra encaja con la línea editorial.

Esto es importante, porque no se trata de evaluaciones absolutas: lo que interesa a un sello puede no interesar a otro. Por supuesto, hay aspectos comunes que sirven en cualquier caso: un texto bien presentado y bien revisado será mirado con mejores ojos que un texto descuidado. Esto es lo básico que nadie debería perder de vista y un elemento que no cumplen muchos manuscritos. A partir de aquí empezamos a hilar más fino: temática, enfoque, calidad de la prosa, estilo, trama, extensión, etc. No hay recetas mágicas. Por eso, yo creo que lo mejor es remitirse al catálogo de lo ya publicado por el sello en el que queremos publicar. Saber qué publican puede ayudarnos a saber qué puede llamarles la atención (o no) de nuestra obra.

Los comités de lectura pueden estar formados por miembros de la propia editorial o por lectores ajenos a la misma. Dentro de estos lectores ajenos podemos encontrarlos de todo tipo: estudiantes de literatura, críticos, lectores profesionales, gente de confianza de los editores, etc. Hay sellos editoriales que pagan a lectores externos por evaluar manuscritos. No conozco a nadie que viva de ello, pero seguramente los habrá. Eso sí, no se trata de leer y decir si te gusta o no: cuando se llega a un nivel así (encontrar una editorial que te paga por cribar lo suficiente para que puedas hacerlo profesionalmente y no por leer libros gratis y sacarte unas pelillas), el sello busca que encuentres libros rentables, y para eso no solo hay que saber de literatura, sino sobre todo de mercado. Hay cursos específicos para este cometido, aunque no una titulación oficial.

Todo esto es de sentido común, claro. Pero, a juzgar por el material que recibimos en Saco de huesos, no es de dominio público, por paradójico que resulte. No obstante, por dar un poco más de enjundia al artículo, explicaré qué criterios uso, personalmente, como miembro del comité de lectura del sello:

1. Corrección ortográfica y gramatical. No hablo de erratas ni de dedazos, que se nos cuelan a todos, sino de corrección. Llegan muchos textos que no han sido revisados. Y los mando directamente a la quema. Puede parecer muy radical, pero me apoyo en mi experiencia: alguien que no tiene un mínimo de corrección no ha leído lo suficiente y, por lo tanto, muy rara vez tendrá nada nuevo que contar, y mucho menos lo hará de un modo interesante. He leído miles de relatos que corroboran esta impresión, por lo que no voy a perder el tiempo con antologías y novelas completas.

Los autores, sobre todo los noveles, suelen subestimar la importancia de la forma. Es un craso error: cuanto más lee uno más claro le queda que, por el contrario, se suele sobrevalorar la originalidad.

Y, ojo, la corrección implica también aspectos gramaticales: estructura de las frases, coordinación entre las mismas, ritmo, saber cuál es el sujeto, etc. Hay autores que dominan la ortografía pero dejan mucho que desear en gramática.

2. Temática: Si no encaja con nuestra línea editorial, no lo vamos a publicar. Lo nuestro es terror y fantasía oscura. Un sello pequeño centrado en lectores militantes, como el nuestro, tiene que dar a su público lo que le promete. No tenemos capacidad para hacer otra cosa a día de hoy, ni para abrir nuevas líneas. Hemos rechazado obras de autores con larga experiencia solo por este criterio. Publicarlas hubiera sido un desatino: ni los lectores hubieran encontrado lo que buscaban ni hubiéramos conseguido público para el autor. Demonios, que nos llamamos Saco de huesos...

3. Estilo propio: A la editorial llegan muchas obras correctas, sobre todo antologías. Están bien escritas, bien cerradas, bien planteadas... pero no aportan nada nuevo. Es duro rechazar obras así, ya que sabes el trabajo que han supuesto a sus autores. Una obra tiene que tener un gancho adicional para ser publicada. No se trata de renovar la literatura continuamente, ni de lanzar grandes fuegos artificiales; a veces, el carácter propio es discreto. Lo que es indispensable es que, cuando termine de ser leído el manuscrito, haya calado en el lector. Lo que nos lleva a mi punto tres, que es muy personal pero, a fin de cuentas, el determinante:

4. Relectura: Cuando termino con el manuscrito tengo que tener ganas de volvérmelo a leer. Este criterio es muy jodido, si lo pensáis un poco. ¿Cuántos libros habéis releído (voluntariamente) en vuestras vidas?

Al aplicarlo sé que daré mi voto negativo a obras que tienen calidad, incluso momentos de innegable genio, pero es que luego me va a tocar leerlas al menos una vez más (en corrección de estilo) y, posiblemente, dos o tres. Es radical, sí, pero permite destilar para el catálogo las obras en las que realmente crees.

 

El primer punto de mi criba es algo que se puede trabajar con relativa facilidad. La práctica y algo de interés por el idioma bastan para alcanzar un nivel correcto en la escritura. El segundo tiene poco misterio y, en cualquier caso, siempre evaluamos los casos dudosos. En el tercero y el cuarto es donde se juega todo y es ahí donde el autor tiene que asumir que no se trata solo de ser bueno, sino el mejor.

Al mismo tiempo, también es la parte más subjetiva. Todos conocemos autores clásicos de incuestionable valor que, no obstante, no gustan a determinados lectores. Es parte de la magia de la literatura. Por eso, cuando uno recibe un rechazo de un comité de lectura no debe perder de vista algo obvio: que lo único que le han dicho es que esa obra no encaja con quienes la han leído y según una serie de parámetros. Lo que nos lleva al caso Crocop, aunque, como se suele decir, esa es otra historia que os contaré en la próxima entrada...

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Crocop
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Ja,ja, ja... Lo de "caso Crocop" suena muy serio.

El caso fue que la novela que luego me premiaron en un concurso, fue rechazada antes por el comité de lectura. Fue la pimera vez que me contestaron de una editorial con un original no solicitado y lo hicieron muy amablamente y con una respuesta razonada, así que yo quedé agradecido. Como bien dice Juan Ángel, un rechazo no invalida una obra y una decisión diferente no es por ello mejor o peor que otra. Es algo habitual, al menos yo conozco un par de casos de autores cuya obra se ha publicado después de dar algunas vueltas buscando el lugar donde encaje.

Yo leí un consejo que dio Christa Faust. Ella decía que, si te rechazan un texto alguna vez, bueno, no significa que éste no pueda valer para otros. Pero añadía que los autores tienden a encapricharse con lo que ya tienen escrito, y que, si se recibe ya un número alto de rechazos, cuatro o cinco, pues hay que pensar que algo estaba mal e intentar escribir algo diferente en lugar de seguir aferrado a lo ya hecho.

Ahora en "Saco de huesos" tienen otro original mío, prueba de que quedé contento con su trato y acepté la valoración.

 

¡Cruzo los dedos por que éste les guste!

 

Un abrazo.

Ferrum ferro acuitur

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Patapalo
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Ya te comentaremos y ya me extenderé sobre la cuestión. De momento me conformo con señalar lo evidente: este tipo de encuentros son los que te dejan claro que merece la pena seguir con estos proyectos. ¡Gracias!

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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