Volviendo a García Márquez:
Cuando tuvo que matar al Coronel Aureliano Buendía (uno de mis personajes favoritos de Cien años de soledad) estuvo llorando durante un par de horas.
La sensación de vacío que has descrito que te acompañó cuando terminaste la novela, me ha recordado la anécdota.
Me he dado cuenta de que vamos creando universos a los que vamos volviendo continuamente. Cuanto más escribimos de ellos, más los conocemos y, en consecuencia, tenemos más que contar. Por ejemplo, escribí mis Historias de la Fortaleza y pensé que lo había contado todo, pero he vuelto después varias veces a ese universo de la Fortaleza y he escrito unos cuantos relatos más. Y estoy seguro de que volveré de nuevo.
Supongo que a tí te pasa lo mismo con tu territorio mítico, que cada vez te resulta más familiar y casi eres capaz de describirlo sin necesidad de inventarte nada, porque lo tienes ahí.
Últimamente he leído muchas novela hinchadas, con un montón de palabras que sobran y que, en el fondo, detrás de tanta palabrería no cuentan nada, que es lo que realmente importa. Por eso he perdido un poco la fe en las novelas, y me preguntado a mí mismo si merecía la pena escribir una más, hasta que me he "descubierto" que las buenas novelas hilan unas tramas con otras. Esas tramas no surgen de la nada, de la inspiración divina, sino que van surgiendo del fruto de nuestro trabajo, de ir escribiendo y configurando nuestro universo.
Tal vez, no todos podamos pegarnos esas panzadas que tú te diste (y que sinceramente envidio) para escribir La elegida de la muerte, pero seguro que podemos emplear unas cuantas horas a la semana.
A mí me gustaría saber en qué te inspiraste para crear a Issi.
Yo me la imagino tan chachi cada vez que la leo...
Divagaciones de una filóloga zombie
http://divagacionesdeunafilologa.blogspot.com/