¡Si es que vivo sin vivir en mí...! —que qué se habría fumado quién para llegar a esto.—
¡¡Morgana!! Hermosa moza, acude a placer a este viejo verde con media arroba de blancogás con un pinchito de tortilla: cuarto de quintal me basta. Y con la visión de tu sensual cuerpo. Eso sí, arrímate bastante que estoy cegato. Y tú, ¡oh, Neurófago!, caballo mío, ¿qué te place?: ¿agüita cargadita de cloro y media alpaca de alfalfa? ¿cómo? ¿Mcallan de 16 años y caviar afgano? Veeeeenga, va, que no se diga.
Si es que me tengo que centrar. Ando metido en tanto que no acudo a nada. ¿Pues no que acabo de enviar mi dardo a toda prisa pensando que llegaba con la hora pegada al culo y resulta que es mañana el final del plazo?
¡Si es que vivo sin vivir en mí...! Sí, ya sé que me repito como las sardinas. Se ve que chocheo.
Morgana, ponme una tisana suave, o mejor una poción de esas de Avalon que me lleve a un mundo onírico porque vengo revolucionada de leer los micros de las justas y de la sortija.
Vaya nivelazo hay aquí, pardiez, me va a costar pegar ojo de la emoción de presenciar los embites que se cruzan.
Y claro a una se le suben las revoluciones... me ha costado dos días y lo menos cinco variantes enviar mi aportación a la segunda ronda de dardos. Así que lo dicho, dame algo relajante que mañana es lunes.
«Aquí todos estamos locos» (Alicia en el País de las Maravillas)