Nota importante: las tirada son siempre de dos dados de diez
Lockeville abrió fuego contra las ratas, y su puntería no le falló: una de ellas estalló como un balón putrefactor salpicando de sangre la bodega. Las otras, sin embargo, no se batieron en retirada inmediatamente, sino que, tras dedicarle una larga mirada, se fueron retirando hacias sombras con una extraña e inquietante dignidad.
Mientras tanto, el reverendo disparaba su cerbatana contra uno de los cocineros. En ese preciso momento, un golpe de mar desvió su disparo y el proyectil se clavó en un panel de la cabina. Inmediatamente, los cuchillos se volvieron hacia él, apuntándole con sus amenazantes puntas antes de desplomarse, rígidos, y quedar clavados en un círculo perfecto en mitad de la estancia.
Al mismo tiempo, todos los sirvientes chinos se demadejaron en el suelo. Inertes.
Aunque no tenía ni idea de lo que pasaba, la mejor suposición de Newcastle era que los cocineros estaban provocando esa macabra danza de cuchillos, quizá incluso la situación del barco, con algún tipo de brujería que no había visto jamás.
Lo único que se le ocurría era despachar a los cocineros. Si ellos eran los culpables, todo debería acabar con ellos.
La pistola era demasiado ruidosa, y no quería que lo descubrieran antes de haber reducido su número, así que optó por un método más sutil. Sacó la pequeña biblia de bolsillo que guardaba en un chaleco y la abrió, revelando el frasco de veneno y la cerbatana que había dentro del compartimento. Puso una de las puntas envenenadas en la cerbatana y disparó, manteniéndose lo más a cubierto posible, a la nuca de uno de los cocineros.
-->Tiro por cerbatana, imagino, ¿no? --> 7
Ya está a la venta La Taberna de Bloody Mary en la colección A Sangre de Saco de Huesos.