A veces, sólo hace falta mirar la vida a través de unos cristales de colores para poder llegar a ver más allá de la realidad. Prueba a cambiar los tuyos: los sueños no tienen porqué ser en blanco y negro.
El enfado de Bertrand no estaba exento de razón, pero aun así, como casi siempre, resultaba excesivo y enfermizo, como si nadie en este mundo tuviera derecho a hacer las cosas mal o a equivocarse.
El teniente de la Gran Fuerza Humana se levantó de su asiento y miró al horizonte azul y tranquilo que se recortaba desde las ventanas blindadas de su despacho.
El Emisario aterrizó con su vehículo monoplaza en mitad de la llanura helada y empezó a mirar a los lados a través de la pantalla de su visor delantero.
El título, aunque mal, habla por sí mismo. Pero en ausencia de mayores y mejores explicaciones en él, me veo obligado a contarle —a usted— más sobre esta historia…Bah, parábola; bah, no sé…