Te lo dije
No tenía ganas de nada. Solo de permanecer en la cama. Tendría que haber denunciado, se decía. Pero enseguida caía en ese sopor que debía agradecer a los somníferos. Y a su madre, que al verla llegar con la ropa desgarrada, solo había pronunciado su famosa frase.
Depresión
La lámpara del genio estaba abotagada de deseos contenidos y, de la punta, manaban gotas de ansía. Pero a su alrededor, solo personas descorazonadas que se movían gracias a la medicación que tomaban cada mañana.
SETI
Tras años y millones invertidos, el radiotelescopio captó una emisión prometedora.
Se tardó seis años en descifrarla. Decía:
"En unos días las últimas defensas caerán y los alienigenas acabaran con todo. Es el fin. Adiós universo."
Los científicos lloraron al comprender que esa frase era un epitafio
De lo que hay escrito a al entrada de ese bello mausoleo
«Aquí yace solo mi cuerpo güero o lo que queda de él. Mi dignidad se la quedaron el barón de Blackwindstone y mi esposa»
OTRO
Mi mujer tiene dos vidas. Una, conmigo, aquí, ahora. Otra hace cincuenta años. A veces, pese a la medicación, sufre ataques y viaja en el tiempo. Allí vive con otro hombre, alguien que nunca conoceré. Tienen dos niños. No le pregunto si es más feliz. No quiero saberlo
Desmemoriada
- Es como Dory, la de Nemo ¿no? – pregunta Juanma señalando la mujer rubia de la tele.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque no sabe nada, ni recuerda nada…
Miro la pantalla. “La declaración de la infanta” reza el titular. Muy lejano del mundo submarino y sin embargo…
Ultimátum
Herminia y Agustín rompen el papel del sobre con manos temblorosas y leen la funesta misiva. Ambos solamente tienen ojos para una palabra: “Embargo”, que parece destacar entre las demás como la punta de un sangriento iceberg. Las lágrimas empañan el resto de la carta.
Quebró el lacre con cuidado, abrió el sobre.
Cuando leas esto, ya no estaré.
Levantó los ojos un segundo. Miró a su alrededor, preocupado.
Necesito que me hagas un favor.
Se detuvo de nuevo. Miró el reloj, sacudió la cabeza con resignación. Rompió el sobre, y siguió barriendo la calle.
Cruce
Al final de la calle tendrá que decidir si torcer a la derecha y volver a casa hecho un basilisco, o a la izquierda y relajarse con la dosis adulterada que le proporcionará el camello por el módico precio del pan de sus hijos.
Hijos
Decían que venían con un pan debajo del brazo. En realidad venían con un par de riñones a muy buen precio en el mercado negro.
Caravana de hormigas
Un rumor de hormigas escolta mis palabras cuando escapan de mis labios. Se dirigen en fila hacia ti, como si hubiera dibujado en el aire un camino que solo ellas puedan ver, como si no tuvieran otro destino. Y estamos sin embargo tan distantes.
Asunción
Intenta acariciar a mi perro, pero lo aparto rápidamente. Con serio semblante me lanza una mirada inquisitiva, mi silencio la única respuesta. Probablemente piense que mi pequeño chihuahua es un poco arisco, pero lo cierto es que no me gusta la gente.
Apocalipsis
Desde lo alto, les lanzan bombas de agua, los queman con lupas y los rocían con líquidos corrosivos. Los sobrevivientes corren a refugiarse en sus destruidas construcciones. Mientras, ante el clamor de la humanidad herida, los dioses exclaman: ¡Son solo gente!
Gente
Al abrir el tráiler, no supo cómo llamar lo que se encontró. El amasijo de cuerpos ovillados, no tenía nombre.
Presión migratoria, crisis de refugiados... Eufemismos, para nombrar una realidad ajena, lejana.
El olor nauseabundo lo obligó a vomitar.
- ¡Gente! – gritó al fin - ¡Ayudadme! ¡Aquí hay gente!
Entierro multitudinario
En medio de la multitud se sentía a salvo. Lejos del horror de estar a solas. El gentío le daba calor, afinidad, incluso esperanza. De pronto todas las personas se dispersaron y se quedó solo. Intentó moverse, pero era incapaz de salir de su ataúd.
Despedida
Acarició la madera con gesto distraído, la mirada fija en la cubierta interior de seda. El niño le miraba sin comprender. Nunca lo entendería.
─ ¿Qué hacemos aquí, papá?
─ Despedirnos, cariño. Papá te quiere mucho.
El pequeño no llegó a responder. El cañón humeante golpeó el suelo, y él lloró.
Entonces lo supo
Marie levantó la cabeza de su cuaderno. Llevaba tanto tiempo enfrascada en sus notas que no se había dado cuenta de que había anochecido. Lloró al ver que todo refulgía en tenues colores azul y verde por la radiación. Un trabajo al que había entregado su vida.
SUEÑOS
En su caja, la marioneta soñaba. Con mujeres. Y coches. Y playas de arena blanca. Por la tarde, actuaba con el Gran Morenni, que fingía mover los labios mientras la marioneta hacía chistes verdes que no tenían gracia. De vuelta a su caja, soñaba con cuchillos y ventrílocuos muertos
Perspectiva
Les vio llorar sobre su cadáver. Ella flotaba etérea a varios metros sobre el suelo, feliz, en paz. Quería acercarse a ellos y consolarlos. Quería decirles que quienes estaban muertos en realidad eran los que se creían vivos. En aquel momento una luz negra la envolvió obligándola a callar.
Rivales
Se miraron de reojo, se retaron con gestos provocadores, se insultaron entre dientes, se dieron la espalda… Este silencio sorprendió tanto, que todo el mundo quedó callado. Pero solo hasta verlas agarradas de los pelos y rodando por el plató. La corona de princesa del pueblo estaba en juego.
Una sola partida para reunirlas a todas
Los jugadores iban cantando conforme les tocaba:
—¡Envido!
—¡Las diez de monte!
—¡Retruco!
—¡Me cuento veinte!
—¡Jaque!
—¡Bingo!
Un conjunto de ciegos y sordos inventándose las reglas conforme les conviene.
Para evitar denuncias por difamación, digamos «presuntos» políticos.
Domingo de partido
Cada jugador ocupa su posición. Todos lucen sus mejores galas. Cuando suena su himno, todos miran a un horizonte imaginario con solemnidad. Durante el saludo todos adoptan la mejor de sus poses.
El balón empieza a rodar. Hoy es día de partido.
El fallo
Acabado el partido, no puedo abandonar el césped.
Empatamos, bajamos de categoría, la venta del club a ese jeque con nombre de las mil y una noches se esfuma, Hacienda nos reclama varios millones y el club va a desaparecer.
Y yo he marrado el penalti.
La boda del tío Juan
- Esta se casa de penalti– dice mamá.
Papá bufa.
- ¡Qué guapa la novia!… Dale un beso, cariño – me empuja hacia la mujer.
Le digo que a mí también me gusta patear penaltis. Se pone roja.
Mamá me aleja tirando de mi chaqueta nueva.
«Habrá que ponerle límites», pensé, y doté a la nueva criatura de una imaginación ilimitada.
Gaia
La tenían alterada. En apenas unos pocos milenios, aquellas molestas criaturas habían derretido sus hermosos y níveos casquetes polares, inflamado sus mares y talado sus frondosos bosques empobreciendo su biosfera. Su paciencia no era ilimitada, así que un día se le encendieron los volcanes y todo terminó.
Mala suerte
Cuando creía que todo había terminado por fin, me encontré con una vida eterna por delante.
Seguimiento
Yo caminaba por detrás de ella mientras admiraba su anatomía. Piernas perfectas, culo de ensueño y caderas cuyas curvas invitaban a deslizarse sobre ellas. Estaba embelesado mirando aquella obra de arte cuando mi cara se encontró con la dureza del poste metálico de un semáforo.
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La batalla que tenía que ganar.
- ¡Oh supremo señor!
- Dime, pequeño
-¿He vencido el combate del Verano Agonizante en el Castillo Siniestro?
-No - respondió el Alto sacerdote del culto del Bolígrafo rojo-. Has sido derrotado sin paliativos
-Vamos, que repito tercero, ¿no?- dijo Adrián con desánimo.
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