Hace poco vi una de las versiones de Nosferatu que circula por la red, uno de los pecios del naufragio que constituyó la destrucción de la cinta, y creo que bien merece dedicarle unas líneas.
Hoy tenemos con nosotros al editor responsable de Grupo AJEC, una editorial que durante años nos ha traído grandes obras del género y que nos ha ido descubriendo a grandes talentos nacionales.
Tenía yo en mente una reflexión estos días a propósito de la práctica de esta maravillosa afición -la escritura- que deseo compartir en especial con todos aquéllos que, como servidor, gustan de escribir historias encuadrables en lo que viene a llamarse "Literatura Fantástica".
Era un frío día de invierno. Frío y con temporal. Una gran tormenta de viento y nieve había bloqueado las carreteras, pero esto no preocupaba lo más mínimo a Tomás Pereira.
Fue justo en ese momento de la noche en que las estrellas brillan con demasiada fuerza. En ese momento en que los sueños se rinden y vencen las pesadillas; en el que el miedo sale a buscarte guiado por los perros de caza de la nostalgia: