Relato

Y no conocerán el miedo

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Cuadro de bajas: trescientos diez hermanos, veintidós inquisidores. Incertidumbre: 71%. Información disponible insuficiente. Escuadrón aislado.

Una espina en Tántalos

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Le llamamos Mente Enjambre porque necesitamos denominaciones para las cosas, porque así ciertos horrores parecen más asequibles. No obstante, no debemos olvidar que sólo es un nombre que hemos adjudicado a algo mucho más insondable y más terrible que una mente, a algo que guía a otro algo mucho más feroz e implacable que un simple enjambre.

Un océano de barro

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Después del naufragio narrado en “El planeta sin sol”, las Hidras de Hierro se atrincheran alrededor de los restos de su nave nodriza, preparando una base provisional desde la que partir en busca del misterioso capítulo de los Hermanos de la Máscara

 

El planeta sin sol

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El capítulo de las Hidras de Hierro deberá emprender una vía de purgación bajo la supervisión del Inquisidor Alectio Damnarus. Sólo tras el camino impuesto por su sabiduría será posible discernir la dimensión del legado pernicioso de su estirpe genética

 

Polvo de estrellas

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Sistema Alfa Arconti 37 contaminado. Pérdida de contacto con las ciudadelas 398/399. Bajas estimadas: 99.9%

Tambores de Guerra

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Los timbales son el corazón de los ejércitos: palpitan dando vida, enardecen las almas de los guerreros y sólo callan cuando la muerte se impone, en uno o en otro lado del campo de batalla

Paseando con el demonio

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Crónica de una misión de limpieza ejecutada por una escuadra de marines espaciales en un casco a la deriva cerca de Medusa V

El banquete

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Dicen que Arvaj se quedó sonado cuando los jabalíes de su carro le hicieron caer. Todo se debe a que, incluso para la mentalidad orca, es una locura ir a un banquete de ogros a desafiar a su líder

Tormenta eterna en Kios: Epílogo

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La ciudad de Kios sobrevivió imperturbable a la matanza que en su seno se había llevado a cabo. Sus hombres y mujeres siguieron consagrados a la guerra y a sus crueles deidades. Los dioses del Mar Gélido extendieron su dominio y el testimonio de dolor y muerte de los descendientes de Orlik cayó en el olvido. Nadie ocupó el trono de la Dama Espectral. Nhao creó una asamblea de capitanes encargada del gobierno efectivo de la ciudad estado. La ley marcial marcaba las vidas de sus ciudadanos y las campañas de guerra tiñeron de sangre los mares del norte. La profecía de Kela se cumplió y Nhao no volvió a abandonar la ciudad; su acero nunca hubo de medirse de nuevo y la tristeza y la desesperación quebraron su corazón.

Tormenta eterna en Kios: Capítulo XII

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La bahía de Ankar asemejaba una olla hirviendo. El mar, azuzado por los dioses de las tormentas, se bandeaba y estrellaba una y otra vez contra la costa. Parecía querer trepar hasta la ciudad estado para sumergirla en sus aguas, robando el privilegio de mojar sus calles a la insistente lluvia. La violenta tempestad que se cernía sobre la urbe era un extraño regalo de los cielos, pues había impedido a la flota kiana acercarse hasta el puerto. Mientras las olas mantuviesen una altura similar ni el más temerario de los marinos se atrevería a acercarse a la costa.

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